La crisis es evidente que ha ocasionado un incremento en el número de delitos, sobre todo en los robos nocturnos en establecimientos comerciales que disponen de máquinas expendedoras o en domicilios que los ladrones saben que están vacíos.

Este aumento de la delincuencia ha supuesto a su vez una subida en la carga de trabajo para los cerrajeros, sobre todo los que prestan servicio las veinticuatro horas. Un claro ejemplo es lo que sucede en una localidad del tamaño de Sarria en la que lo habitual es que tengan que acudir semanalmente a atender doce clientes a los que les han reventado la cerradura y precisan cambiarla.

Los profesionales también han detectado que los ladrones han dejado de ser de guante blanco y cada vez es más habitual que realicen graves destrozos en las puertas para acceder a las casas.

La actuación de un cerrajero supone para el cliente un desembolso mínimo de 25 euros si solo se le olvidaron las llaves dentro y de 60 si el profesional tiene que taladrar la cerradura. A todo ello hay que sumar los posibles destrozos y el precio de una cerradura nueva.

Los cerrajeros disponen de ganzúas manuales y mecánicas, para abrir cualquier puerta. Los ladrones suelen utilizar barras de acero

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