Siente orgullo por lo que logró. Pero aún no está satisfecho. Tiene ganas de seguir progresando. Está convencido de que su camino está en los libros y en la ciencia. No tiene dudas de que la educación torció el destino que quizás estaba escrito para él.

«Siento orgullo de lo que estoy logrando, pero no estoy satisfecho. Quiero más: una maestría o un doctorado. Quiero algo distinto de lo que estaba preparado para mí. Sé que para mí había un cajón de madera y un entierro en el cementerio de San Martín. Hoy, por mí y por mi familia quiero otra cosa.» Así habla a LA NACION Martín Maduri, de 39 años. Es el primer sociólogo que se recibió después de cursar toda su carrera detenido en la Unidad N° 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en San Martín.

En la defensa de su tesina obtuvo un diez. Durante su última evaluación estuvo presente en el edificio de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), la jueza de ejecución penal María del Carmen Rodríguez Melluso, quien tiene bajo su disposición a Maduri.

La carrera de Sociología se comenzó a dictar en la Unidad N° 48 por un convenio firmado por el Ministerio de Justicia bonaerense y la Unsam. No sólo pueden estudiar los presos, también los guardiacárceles están habilitados para cursar y hay dos que están próximos a recibirse.

Ahora Maduri está alojado en la Unidad N° 47, de San Isidro, bajo el programa Casa por Cárceles, en el mismo predio donde cursó y pasó cinco años preso. Está detenido desde 1995 al recibir una condena de 24 años de cárcel por los delitos de robos agravados reiterados. Durante la entrevista con LA NACION nombra a varios reconocidos sociólogos, como el francés Louis Dumont, y hace un análisis de la situación social de San Martín, donde creció y vivió hasta quedar preso.

Maduri fue uno de los primeros reclusos que comenzó a cumplir la condena en la Unidad N° 48, inaugurada en 2009. Llegó desde la Unidad N° 41, en Campana. Antes había estado en Olmos, Sierra Chica y Dolores, donde terminó el secundario.

-¿Qué se siente ser el primer sociólogo recibido después de cursar toda la carrera detenido en una unidad penitenciaria?

Es una sensación grata.

-¿Por qué Sociología?

-Fue la oferta que Alexander Roig [secretario académico de la Unsam] pudo ofrecer. No sólo estudian internos, también hay guardiacárceles que cursan la carrera y ya hay dos próximos a recibirse. Ahora también se dicta Trabajo Social para la gente del SPB.

-¿Cuánto tiempo te llevó recibirte de sociólogo?

-Cinco años. Comenzamos en 2009, cuando la Unidad N° 48 fue intervenida. En los primeros camiones que trasladaron internos de otras cárceles estaba yo. Venía de la Unidad N° 41, en Campana, donde estudiaba Derecho. Pero la oferta educativa terciaria en otras unidades es distinta a la que tenemos acá, que es presencial y nos dan la bibliografía. En otros lados, uno se tiene que anotar en una materia, conseguir la bibliografía, inscribirse en los finales y pedir autorización al juzgado. Es muy dilatante esa forma de recibir la educación. Cuando se firmó el convenio entre el Ministerio de Justicia y la Unsam, se determinó que el 100 por 100 de la cursada iba a ser presencial.

-Además de las horas de clases, ¿cuánto tiempo le dedicaste?

-El ciento por ciento del tiempo. No alcanzan sólo con las cuatro o cinco horas del aula. Es el tiempo que tenés en tu celda, donde tenés que tratar de mejorar. Dentro de la cárcel hay luchas. El hecho de poner en juego un hábito distinto a la lógica de la cárcel de estar con una faca, con drogas y poder poner en juego otra lógica, en este caso la educación, te hace crear estrategias y querer alcanzar esa meta. Entonces, uno no encuentra el estudio para matar el tiempo, sino que empezás a involucrarte y esto hace al resultado de la graduación.

-¿En la cárcel encontraste tu vocación?

-La sociología me sacó del lugar que me encontraba antes. Suena muy cliché, pero la sociología transformó mi vida. Antes, mi vida era entre buenos y malos, entre el que robaba y no robaba. Eso hizo que pase más de la mitad de mi vida preso.

-¿Por qué decidiste estudiar?

-Necesitaba salir del engome [como los presos llaman al encierro], la cárcel es ciento por cientoengome, ciento por ciento celda. Es un lugar así [grafica con las manos un espacio chico] con la puerta cerrada, la cama y un baño.

-¿Qué les dirías hoy a otros presos que no toman la iniciativa de estudiar?

-La educación es la mejor forma de emanciparse de uno mismo, ni siquiera del sistema, de uno mismo. Uno puede encontrar las respuestas a lo que uno quiere ser y llegar.

-¿Tiene que haber un clic para comenzar a estudiar?

-Hay un concepto que se llama berretín. Los berretines son los valores simbólicos de la cárcel, es lo que te aleja del otro. Primero del guardia: «El guardia es malo», «el guardia reprime», «el guardia desnuda a tu familia». Esto es un logro también del SPB porque los guardiacárceles aceptaron y dijeron «queremos estudiar con ustedes», «queremos romper con esta lógica de buenos y malos, presos y guardias». Tenemos el sueño de que alguna vez las cárceles no sean de «presos y guardias», sino de » trabajadores sociales e internos». Es nuestra visión a 2020.

-¿Tus compañeros cómo tomaron el tema de tus estudios?

-Para muchos, estudiar en la cárcel es de giles. La cárcel tiene muchas etiquetas, y me decían: «Vos sos gorra, sos ortiva, se te enfrió el pecho». Pero hoy me dicen: «Martín, necesito que me mires un escrito».

-¿ Qué hacías cuando te decían «sos gorra«, cuando te etiquetaban de esa manera peyorativa?

-Me daba más fuerzas. Lo hablaba con mi psicóloga, y ella no me entendía cuando yo le decía que el odio de los demás me daba más fuerzas. Yo iba por buen camino. Estaba cansando de que la gente me dijera: «Qué malo sos, bien ahí».

-¿Qué sintió tu familia con tu título universitario?

-Tengo dos hermanas, una hija y un nieto. Están muy contentos. Me conocieron de una manera, veían mi involución, mi transformación en un tumbeiro [sic] más. El deterioro con el que me vio mi familia me dio fuerzas para buscar otras cosas.

-¿Cómo te ves de acá a diez años?

-Haciendo ciencia. Trabajando para el territorio y para la cárcel. La cárcel desgraciadamente se hizo parte de la vista de José León Suárez. Tenemos la cárcel, la quema y las fábricas desocupadas. Tenemos la franja más pobre de la provincia.

-¿Estás feliz, satisfecho?

-Siento orgullo de lo que estoy logrando. No estoy satisfecho. Quiero más: una maestría, un doctorado. Quiero algo distinto de lo que estaba preparado para mí. Sé que para mí estaba preparado un cajón de madera y un entierro en el cementerio de San Martín. Hoy, por mí y por mi familia quiero otra cosa.

-Ese destino lo estás cambiando.

-Es día tras día. Mi parte la estoy haciendo, hay que ver el sistema. Ahora hay que insertarse.

 

http://www.lanacion.com.ar/1809533-martin-maduri-el-primer-preso-en-recibirse-de-sociologo-en-la-carcel