ROCA.- Empalmaron un nuevo túnel con la excavación de 32 metros de largo que había sido descubierta hace 10 días y esta vez sí lograron concretar una fuga masiva del Penal 2 de Roca. Fue en medio de un verdadero ataque comando contra los guardias de la muralla, quienes fueron atacados a tiros con pistolas de guerra y armas automáticas por una cuadrilla de media docena de cómplices externos. En total 12 presos del Pabellón 4 lograron escapar por la boca de un túnel que –esta vez– pasó por debajo del murallón perimetral y los dejó a sólo un alambrado de la calle. Nueve de ellos fueron recapturados en las primeras dos horas, en distintos allanamientos en los que también apresaron a uno de los colaboradores y secuestraron un arsenal. Los otros tres evadidos eran intensamente buscados anoche. Uno está condenado a 9 años de cárcel por robo a mano armada, otro tiene una condena no firme de 11 años por un resonante asesinato y el otro cumplía una pena de casi 7 años de prisión por robo calificado.

La fuga de ayer a las 14 estuvo precedida por otros dos intentos de evasión grupal, aunque ahora los penitenciarios creen que esos primeros incidentes no fueron más que maniobras para distraer y cansar al personal de guardia. Uno fue en el mismo pabellón 4, el miércoles a las 22, y el otro a las 4 de la madrugada de ayer en el pabellón 2, donde cortaron barrotes.

Las autoridades de la cárcel sabían que una importante fuga estaba en etapa de preparación. Se había «filtrado» la información y se preparaban para algo grande, «pero no alcanzó la prevención», admitió el director del Penal, Emilio Martínez. Tanto temían una violenta fuga que el mismo miércoles, por escrito, desde la cárcel enviaron un oficio a los jefes de la Regional Segunda de Policía, solicitando refuerzos para la vigilancia externa. Según pudo constatar este medio, en ese documento se anunciaba una «planificada evasión» encabezada por presos oriundos de la provincia de Buenos Aires, quienes iban a contar con apoyo armado local e incluso de gente de Bahía Blanca. Y todo eso se cumplió.

A los presos que ayer huyeron por el túnel sólo les falló una cosa: el horario. Desplegaron el plan justo a las 14, cuando se estaba realizando el recambio de guardia y había más efectivos que los habituales en la unidad. Además, desconocían que la policía estaba lista para colaborar ante el primer llamado. Por eso las primeras capturas se produjeron en cuestión de minutos y las demás se concretaron en pocas horas, con intervención de la Brigada de Investigaciones y las unidades 21º, 31º y Tercera.

Los primeros seis prófugos fueron apresados dentro de una casa de calle Rosario de Santa Fe 3400, donde la policía secuestró una pistola Magnum 357, una 9 milímetros, una pistola calibre 45 y una semiautomática calibre 22, de las llamadas Mini Uzi. Todas son armas de guerra y al momento de las capturas estaban en poder de los prófugos. Allí también detuvieron a uno de los que prestó ayuda externa. El resto de los colaboradores –que atacaron con una lluvia de balas a los guardias de la muralla norte del penal desde cuatro motos– y al menos un auto están siendo intensamente buscados, y varios de ellos están identificados, confió el jefe de la Comisaría 21º, Cristian Martínez.

Cuando se desató la fuga había mujeres y niños en el penal de la calle Maipú, porque fue en pleno horario de visita. También había numerosos internos en el sector de patio, por donde zumbaban los disparos. Todos debieron ser evacuados y una vez que regresó la calma algunos familiares pudieron reingresar para conocer el estado de los detenidos.

Desde la muralla los agentes penitenciarios respondieron a la balacera con postas de goma y los policías con sus reglamentarias con balas de plomo. De milagro no hubo consecuencias fatales, aunque según admitió el jefe del Penal, Emilio Martínez, hubo «algunos internos lesionados pero no de gravedad»

Desde las primeras detonaciones hubo temor y mucha tensión, tanto dentro como fuera del Penal. «Estábamos adentro, empezamos a escuchar tiros y después de un rato nos sacaron, ni siquiera nos dijeron qué pasó», contó una de las mujeres que permaneció ayer gran parte de la tarde en el portón de la unidad junto a otras que visitaban a sus parejas o hijos.

Las patrullas, camionetas, móviles policiales y motos iban y venían a alta velocidad en un operativo de grandes dimensiones cuya eficiencia fue destacada por los distintos jefes policiales que intervinieron. «¡Che, giles, no les peguen a los pibes!», les gritaban algunos desde la calle a los policías que regresaban a la unidad con los primeros recapturados.

Anoche, en tanto, había trabajo de campo policial y controles en los accesos, puentes y barrios de Roca en busca de los tres prófugos y sus cómplices. (Redacción central)

 

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