Ellos están en boca de todos. Desde hace varios años ocupan un lugar fundamental en las estadísticas y tienen un papel determinante al momento de obtener recursos nacionales y extranjeros. Como cualquier ser humano, son de carne y hueso, pero a juzgar por la nula importancia que se da a la defensa de sus derechos más elementales, es como si no existieran para las autoridades. Olvidados en los hogares, explotados laboralmente o en situación de calle, ellos son invisibles para las autoridades.

La deserción escolar es una de las principales consecuencias del trabajo infantil en nuestro país. / ABC Color

En materia legislativa, tanto el Código de la Niñez y la Adolescencia, como la Convención Internacional de los Derechos del Niño, ubican a Paraguay en la vanguardia de la protección de los derechos del niñez y la adolescencia. Pero esto es en cuanto a instrumentos legales se refiere, es decir, en los papeles. Un recorrido por nuestras calles, sorteando niños víctimas de las más crueles formas de explotación y maltrato infantil, nos demuestra que nuestra realidad sigue siendo distinta. Esta es una de las múltiples violaciones de los derechos de la niñez, la más expuesta.

Pero también existen otras formas de violación de los derechos de la niñez y la adolescencia, que ocurren entre cuatro paredes, de consecuencias igualmente traumáticas.

Hay unos 1.700 niños albergados en unos 64 hogares que funcionan en nuestro país, varios de los cuales funcionan sin habilitación y prácticamente al margen del control estatal. Una reciente intervención de la Comisión Nacional de Prevención contra la Tortura a un abrigo de Limpio dejó al descubierto la alarmante situación de niños “albergados”, que denunciaron severos castigos físicos. Lo más grave: hay registros de denuncias de maltrato desde 2008, sin que se haya tomado medida alguna para salvaguardar la integridad de los niños.

Trabajo infantil

La Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANA) del 2011, reveló que en Paraguay 416.425 niños y adolescentes con edades de 5 a 17 años se encuentran en situación de trabajo infantil y de este total, el 21,3% realizan trabajos peligrosos.

Datos oficiales revelan que hay 45.000 niños, niñas y adolescentes que viven como criados. La práctica, ampliamente arraigada en nuestro país, está absolutamente prohibida por la legislación vigente (que no permite el trabajo doméstico de menores de 16 años) e incluso puede ser calificada como trata de personas con fines de explotación laboral.

El 12 de junio pasado, con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, se dieron a conocer estudios que revelan que 9 de cada 10 adolescentes rescatadas de la trata de personas, fueron “criaditas”. Un dato que echa por tierra la creencia de que el criadazgo brindará mejores oportunidades de vida a un niño o niña. En esta serie de notas, daremos a conocer la triste realidad de algunos de los miles de niños que permanecen invisibles para el Estado, con la esperanza de que las autoridades, tanto las que están como las que vendrán, de una buena vez, dejen los discursos y lleven a la práctica todas las maravillas que prometen y hagan realidad el mundo de fantasía que lastimosamente hasta hoy día, a más de diez años de su vigencia, continúa siendo el Código de la Niñez y la Adolescencia en nuestro país.

La desinstitucionalización es la meta

Marina Sawatzky: “Hoy por hoy la política de Estado que se trata de implementar es ya no institucionalizar a los niños, crear programas que puedan impulsar la figura del acogimiento familiar, en vez del institucional, en vez de la acumulación de gente. Nos falta muchísimo, pero estamos implementando. Ya tenemos un buen grupo de familias acogedoras y tratamos sobre todo que los niños más pequeños no estén en instituciones porque está demostrado el daño que hace al niño si vive en muchos años en una situación así”.

Foto: Carlos Schatebehk

rferre@abc.com.py

 

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/judiciales-y-policiales/derechos-de-la-ninez-y-la-adolescencia-en-el-olvido-597945.html