Un juez sorprende… ¡porque explica una sentencia! ¡En español! ¡Y le entendimos todo! (haya gustado o no)

Un fallo judicial siempre decepciona. A alguna de las partes, por definición: si se someten al arbitrio de un tercero, y ese tercero le da la razón a una de ellas, la otra sentirá frustración. Viene con el inventario.

(Algunos fallos tienen la rara virtud de dejar disconformes a todas las partes, aunque a alguna siempre más que a otra).

La decepción aumenta hasta niveles de impotencia si la parte (que es una persona) no entiende por qué “perdió” porque nadie se lo explica, o se lo explica con un lenguaje que va más allá de su comprensión. Digamos por ejemplo, salpicado de términos técnicos (algunos inevitables) o de frases en alguna lengua muerta (siempre evitables).

Hay otros factores que también contribuyen a generar decepción: expectativas desmesuradas en un resultado, ilusión de que el derecho penal está para reparar, y así.

El presidente del Tribunal Oral en lo Criminal 21 de la CABA, Horacio Dias, explicó en los términos más sencillos que pudo los argumentos de la sentencia en el caso del asesinato de Mariano Ferreyra.

No es el objetivo de este artículo analizar si el fallo se ajusta o no a derecho, si está bien o mal fundamentado, si respeta garantías constitucionales, tratados internacionales, etcétera. Esa será tarea de las partes.

Lo que a muchos y muchas periodistas y personas ajenas al derecho nos llamó la atención fue el lenguaje coloquial de Dias, y que diera a conocer parte de los fundamentos de la sentencia sin leerlos (por la sencilla razón de que no están escritos, se darán a conocer el 17 de junio) pero con la mayor rigurosidad de la que fue capaz.

Odiosas comparaciones

Es cierto que detrás de un mensaje prolijo pueden ocultarse las peores definiciones. Y que el lenguaje llano puede enterrar la complejidad de un asunto dado.

Pero no puedo evitar comparar la intervención de Dias con la que tuvieron los jueces de la Sala II de la Cámara en lo Penal de la provincia de Tucumán, que ni siquiera fueron capaces de leer la sentencia que absolvió a todos los imputados en el secuestro de Marita Verón.

Delegaron esa tarea en la secretaria del Tribunal, quien debió darse una inspiración (en el sentido de tomar aire) histórica para tomar coraje.

Nos dicen que cuando los códigos procesales sean acusatorios puros (como el de Neuquén lo será supuestamente el año que viene) los jueces y juezas no tendrán más expedientes en los cuales refugiarse y tendrán que mirar a la cara de las partes mientras dicen sus sentencias.

Sentencias que seguirán decepcionando a unas u otras, pero escuchar la voz y ver la cara de quien las dicta tendrá otro sabor.

(G.B.)

 

 

http://fueradelexpediente.com.ar/2013/04/20/oralidad/