El histórico referente en la lucha por los derechos humanos, socio fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), José Federico Westerkamp, falleció ayer, a los 96 años.
Científico y académico, se convirtió en activo militante a raíz del secuestro de su hijo Gustavo, quien estuvo detenido siete años, desde 1975, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional luego de realizar la revisación médica para el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento Patricios. Fue el primero que compiló la lista de todos los científicos presos y desaparecidos durante la dictadura y la hizo conocer a políticos dentro y fuera del país.
Pipo, como lo llamaban amigos y familiares, fue detenido político en dos oportunidades. La primera de ellas, en 1981, cuando la Junta Militar quiso descabezar el CELS (del cual formó parte hasta el último día como suplente de la comisión directiva) y detuvo también a Emilio Mignone, Augusto Conte, Cristina Caiati, Carmen Lapacó, Boris Pasik y Alfredo Galetti. La segunda vez, por denunciar al juez federal de Rawson como “corrupto e ineficiente”, cuando se denunciaban los malos tratos a los detenidos en esa localidad.
Westerkamp también contribuyó a la formación de la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas. Su casa sirvió como recinto para las primeras reuniones del organismo, y luego hizo gestiones para recaudar fondos y conseguir una sede propia.
Entre su larga lista de actividades en defensa de los derechos humanos figuran también la fundación del Movimiento por la Vida y por la Paz (Movip), del cual fue presidente hasta la actualidad. A su vez, fue miembro honorífico de la organización sin fines de lucro Fundación Síntesis.
En lo que hace a su profesión y vida académica, Westerkamp fue además un militante del cuidado del medio ambiente y un precursor en advertir acerca de los usos de la energía nuclear. Doctor en química y física por la UBA, se le reconocen dos grandes logros científicos relacionados con el láser y con el microondas.
Estuvo casado con Angela Muruzábal, quien falleció en enero de 2012 y con quien tuvo tres hijos. En ese mismo año, la Legislatura porteña lo reconoció como Personalidad Destacada de la Ciencia y los Derechos Humanos.
A raíz de su fallecimiento, distintos organismos para los que prestó colaboración salieron a demostrar su pesar. “Lo recordaremos con profundo cariño y agradecimiento por su coraje e inestimable contribución a la lucha por los derechos humanos y la construcción del CELS”, se expresaron desde el Centro de Estudios Legales y Sociales.
El copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Miguel Monserrat, afirmó a este diario que Westerkamp fue “un valioso colaborador de la Asamblea cuando se llevaba adelante el duro enfrentamiento con las Fuerzas Armadas en nuestro país”, y agregó: “Fue un intelectual que hizo su aporte a los derechos humanos para así enfrentar el clima de terror que se vivía en Argentina”, al tiempo que aseguró que brindarán el debido homenaje próximamente.
Por su parte, la presidente de la Fundación Síntesis, Elena Chautemps, definió a Westerkamp como “un amante de la vida”. “Nos acompañó desde 1996 como miembro honorífico junto a su esposa Angela, iba a cualquier acto que se realizara en las escuelas, en cualquier horario, siempre estaba dispuesto a defender al que necesitara ser defendido”, remarcó Chautemps.
Sus restos se velaron en la iglesia Santa Cruz, ubicada en Urquiza y Estados Unidos. Serán trasladados al Cementerio de la Chacarita hoy a las 10.30.
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