El cierre paulatino de la mayoría de los boliches bailables de Alvear durante los últimos años y la ausencia prolongada de propuestas convocantes para la juventud crearon en el departamento sureño un panorama que algunos años atrás hubiera sido impensado.

Con escasos locales habilitados y los controles periódicos que siempre terminan con alguna clausura en medio de la noche, la movida alvearense, que en otras épocas supo ser la meca de la diversión nocturna para contingentes que llegaban desde todo el sur mendocino, La Pampa y a veces hasta de Córdoba para disfrutar de una noche plena, hoy es un recuerdo vago para los mayores de 30 y que la mayoría de los más jóvenes directamente no conoció.

Aunque parezca increíble, la actualidad alvearense tiene numerosas similitudes con el film de 1984, Footloose. Es básicamente un pueblo en el que no se puede bailar, y está legislado que así sea. Las causas son múltiples, y según quién las explique tienen mayor o menor incidencia.
A grandes rasgos puede decirse que los fracasos comerciales de algunos locales, la desinversión en otros y los vaivenes de la economía regional tienen mucho que ver.

También hay quienes ven a la competencia desleal entre los propios comercios como una de las causas y sobre todo, el “endurecimiento” de los controles por parte del Estado en sus diferentes áreas y hasta las contradicciones que parecen existir entre las partes.

Las consecuencias están a la vista. Cerca de 2.000 chicos de entre 16 y 20 años que pretenden salir los fines de semana se quedan sin alternativas y vagando por las calles. Se multiplican las peleas callejeras, las fiestas clandestinas lejos de todo tipo de control, los locales que funcionan se ven saturados y casi permanentemente en infracción y los que pueden, se van a otros departamentos con el riesgo de volver manejando en las peores condiciones.

Otros, hartos del aburrimiento, se quedan en su casa y manifiestan abiertamente la bronca. “No salgo más, estoy cansada de que me traten como a una delincuente, me corten la música a las 2 y me pidan los documentos cada fin de semana cuando salgo a divertirme con mis amigas”, dice Laura (26).

Para el juez de Instrucción de Alvear, Néstor Murcia, que subroga el juzgado de Faltas los fines de semana, la situación es clara y cuando hay una infracción, su deber es sancionarla con el consecuente cierre del negocio. “Nos rige el Código de Faltas y por ley estamos obligados a actuar en interés del bien común”, apunta el magistrado, y señala como principal problema al exceso del factor ocupacional de cada local. Y agrega que “la falla persiste en la cantidad de personas que pueden ingresar a un local de acuerdo a su capacidad. No podemos esperar a que se produzca una tragedia”.

Desde el sector político sostienen que hay una suerte de invasión en sus funciones y critican al juez de Faltas. “El Poder Judicial a veces actúa en forma arbitraria. Si la comuna habilita un local, la misma comuna está encargada de la clausura, es una cuestión de competencias”, dice el presidente del Concejo Deliberante, Gustavo Majstruk. Para el juez Murcia, se trata de un error porque “la ordenanza municipal es apenas un punto más. Si bailan o fuman dentro de un local le compete al municipio, pero si se infringe la ley, la justicia debe actuar”.
Para el edil radical Walter Marcolini, las responsabilidades son compartidas y la diferencia de visiones genera un conflicto innecesario.

Desde Inspección General de la comuna, Raúl Cáceres cree que “la costumbre de hacer trampas” para evitar la legislación es el principal factor de conflictos, aunque en esto no coinciden los dueños de boliches. “Hay competencia desleal cuando se baila en un pub y no está permitido, porque no pagan entrada y eso perjudica al resto de los locales”, argumenta, aunque reconoce que “los chicos no tienen otro lugar para bailar”.

También es común detectar que los comercios organizan eventos supuestamente para menores, pero venden alcohol y les dan entradas para que vayan al día siguiente, o que exceden la capacidad habilitada para el ingreso del público. “Todavía hay quien cree que esto es tierra de nadie”, opinó el funcionario. Allí entran a tallar la fiestas clandestinas en las que la promoción más convocante es la de canilla libre, algo que está prohibido por ley.

“Ya clausuramos algunas en bodegas y galpones donde no cumplían los mínimos requisitos, pero sólo podemos actuar cuando se comprueba el cobro de entrada o la venta de alcohol”, expone el juez Murcia. En ese caso, los procesos contra los organizadores suelen ser múltiples.
Según el presidente de la Cámara de Comercio, Miguel Santolín, hay desidia de  los empresarios “Si no cumplen con las habilitaciones no tiene derecho a reclamo”. Pero también a un exceso de exigencias por parte del Estado que no se adecuan a la realidad local: “las condiciones de Alvear no son las mismas de Capital o el Gran Mendoza”.

Los dueños de bares y pubs dicen estar desorientados. “Los inspectores te dicen que está todo bien, abrís, después te clausuran y cuando vienen los inspectores de Diversión Nocturna te dicen que no correspondía el cierre”, planteó ofuscado Mauricio Simón, dueño de La Ramona lounge bar. En coincidencia, Carlos Fernández de Bamboo restó bar afirma que “parece que nadie sabe nada, uno te habilita y el otro te clausura, sería bueno que unifiquen criterios”.

Mauro Cáceres (34), dueño de Stylo resto bar grafica “nos están matando, no trabajás tranquilo porque te la pasás mirando hacia afuera para ver cuando vienen a cerrarte el local”. Lo mismo sostiene Carlos Gaete, de La Previa pub, al que procesaron 7 veces en los últimos 60 días. “Hay favoritismos y no miden a todos con la misma vara”, dice sobre las fiestas privadas. “Pedimos que se aplique una ley pareja para todos” apunta y Simón agrega que es un gran esfuerzo, pero todos cumplen con los requisitos de la ley en cuanto a seguridad, cobertura médica  sistemas de prevención y salidas de emergencia entre otros ítems.

En cuanto al exceso en la  capacidad los bolicheros comentan que “al no haber boliches en Alvear, no hay rotación de gente y entre todos los locales que abrimos no caben más de 800 o 900 personas, eso te deja siempre mucha gente en la calle”, dice Gaete.  Por eso y tomando como ejemplo la ordenanza 10.727 de San Rafael, Simón, Cáceres y Gaete junto a otro grupo de empresarios con quienes están recolectando firmas, proponen modificar la ordenanza local y ampliar el factor ocupacional de 1 persona cada 2 metros cuadrados a 1,5 personas cada 1m2.

“Así creemos podría resolverse  gran parte del problema”, dicen convencidos y prometen que “si después de eso no cumplimos con la norma, no vamos a poner ninguna queja si nos clausuran”.

Mientras tanto, los jóvenes se reúnen en fincas y casas particulares, donde escuchan música, toman tragos y bailan sin restricciones.

Fuente: http://www.losandes.com.ar/notas/2012/4/1/boliches-espacios-diversion-nocturna-633487.asp