Las condiciones de alojamiento carcelario de la unidad penitenciaria 50, Batán, son tan deplorables o peor aún que cuando hace 9 meses la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de Mar del Plata dispuso que por dos meses no se recibieran más reclusos. De entonces a hoy poco y nada parece haber cambiado en dicho establecimiento. Los detenidos sin condena firme, la gran mayoría, y los condenados deben soportar degradantes condiciones de alojamiento. No se reclama la comodidad de un hotel tres estrellas, Sí las más elementales reglas de dignidad para con una persona. Aunque esté allí alojada por haber sido condenada y con más razón aquellos que no tienen sentencia. De lo contrario solo un milagro puede posibilitar la reinserción una vez cumplidas las condenas.

Un ejemplo de ello es la joven Guallarmina Lembi que por medio de un recurso ante casación no llegó a quedar alojada en esta unidad, pues se hizo lugar a su arresto domiciliario por no tener sentencia firme. En cambio sí hay alojados en el penal delincuentes de extrema peligrosidad, homicidas, violadores, algunos narcotraficantes y otros malvivientes de amplios antecedentes. Sin embargo, deben purgar sus condenas en condiciones dignas, tanto de alojamiento, como alimenticias y sanitarias.

Hoy, como hace nueve meses, faltan nuevamente alimentos de la dieta nutricional y la comida habitual es arroz blanco y fideos, algunas veces con un dudoso baño rojo que se asemeja a una salsa.

Los medicamentos no abundan y son racionados a los detenidos de mayores necesidades sanitarias.

En los oscuros y húmedos pabellones donde hay internos hombres y mujeres, las celdas son cuevas, las letrinas manan olores asquerosos y todo constituye un caldo de cultivo para que los individuos allí recluídos sólo encuentren lo peor en su interior y esperan salir sin ningún arrepentimiento ni reinserción. En esta unidad hay muchos necochenses alojados.

Las fotos reflejan con cercana similitud imágenes de “El expreso de medianoche”, la Alcatraz turca de la que Oliver Stone hizo una película con las peripecias vividas por el americano Bill Hayes. Lo de Batán, ahí la gran diferencia, no es una película, es la penosa realidad de nuestro sistema penitenciario.

 

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