Bienvenida la inclusión (Gigantes historias mínimas)

Por Larisa Paula Zerbino (miembro de Asociación Pensamiento Penal Buenos Aires)

En el día de ayer, el Secretario de Justicia de la Nación, Julián Álvarez y el intendente de Berazategui, Patricio Mussi, firmaron un convenio con el objeto de que el municipio incorpore a ex privados de la libertad a su plantel laboral.
En ese contexto, el intendente señaló que el municipio les ofrecería trabajo, capacitación, y serían empleados en diferentes áreas municipales en pos de reducir la reincidencia. De tal forma, el municipio se convertirá en uno de los primeros en suscribir un convenio de estas características, llevando adelante políticas post penitenciarias destinadas a la inclusión laboral.
Así, desde Asociación Pensamiento Penal venimos trabajando en proyectos destinados a garantizar y mejorar el acceso de los privados de la libertad respecto de sus derechos laborales, sociales, culturales y políticos.
Nos propusimos contar las historias de un grupo de personas que aunaron esfuerzos y trabajan día a día por generar caminos de contención e inclusión de aquellos que han padecido la cárcel.
En el barrio de Chacarita, junto a la estación de trenes, se alza la Asociación Mutual Sentimiento. Es un edificio grande, dónde comulgan diferentes cooperativas. En el primer piso nos esperó Claudio, un hombre sencillo, que nos dio la bienvenida con un mate y nos fue contando tímidamente su vivencia.

Claudio, estuvo privado de la libertad, actualmente en el medio libre trabaja en la Cooperativa Hombres y Mujeres Libres, que funciona en la mutual. Con su hijo pequeño en brazos, expresa que él – como la mayoría de las personas que salen de la cárcel- no contaba con un trabajo, pero que se contactó con la cooperativa y hoy se dedica a hacer indumentaria y estampados. En la charla que tuvimos, Claudio comentó que le costó integrarse nuevamente a la sociedad, “tenía pánico de tomar un colectivo” expresó.

También nos comentó que el trabajo que hacen es “ a pulmón” y que no han recibido ninguna ayuda estatal para llevar adelante el proyecto.

Ayelén es una de las organizadoras de la cooperativa Esquina Libertad, comparte el espacio físico de la Mutual Sentimiento con la Cooperativa Hombres y Mujeres Libres donde también trabaja Claudio y con varias organizaciones más dedicadas a la inclusión.

En su pequeña oficina, hay muchísimos diseños de tarjetas personales, agendas, volantes, stikers y varios productos que realizan los privados de la libertad de Devoto. Ella, junto con un grupo de gente, comenzó hace un tiempo a trabajar en un taller en el Centro Universitario del Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, conocida como Unidad 2 de Devoto.

Lograron montar una imprenta, pero “cómo los presos van a tener una imprenta”, dijo Ayelén que manifestó el Servicio Penitenciario Federal, entonces se vieron obligados a realizar algo más que dejara a salvo la actividad que con mucho esfuerzo venían realizando. Así comenzó a funcionar la cooperativa, integrada por personas privadas de la libertad, que luego al acceder al medio libre se acercaron a trabajar en la “Cope”, como ella autodenomina a su lugar de trabajo.

Ayelén nos explico que la cooperativa funciona como contención de los liberados, se organizan y votan en asambleas los proyectos a realizar, que establecieron como jornada laboral seis horas de trabajo, que hay un esquema de trabajo rotativo y que a pesar de ser un trabajo precario para muchos, ya que los trabajadores no cuentan con aportes jubilatorios, ni obra social, sirve de herramienta de inclusión, para desasnar ese gusto amargo que provoca recuperar la libertad y no tener trabajo ni contención.

A medida que nos explica como funciona la Cooperativa, nos manifiesta que para muchos este espacio de trabajo ha servido de transición hasta que logran integrarse definitivamente en el medio libre.
En algunos casos, ese proceso culmina cuando acceden a un trabajo en el que se le garantizan el acceso a los derechos esenciales de todo trabajador.

También nos comentó, que con mucho ahínco han efectuado todos los trámites para funcionar como una verdadera cooperativa dentro de la cárcel de Devoto, pero que lamentablemente la burocracia se llevó gran parte de su esfuerzo.

El primero de mayo de este año, la “Asociación Civil Yo no fui”, realizó una feria en el barrio de Palermo, donde se reúnen a confeccionar los productos que venden y a pensar notas para la revista “Yo soy”.

A pesar de la lluvia, nos atendió Liliana, una de las integrantes de la asociación y nos mostró el taller donde trabajan. Un galpón muy pintoresco, lleno de retazos de telas, fotos, compañeros y compañeras planeando la próxima feria.
Liliana, tiene una voz muy calma, habla despacio y pausado, entre preguntas, nos contó como se integró al proyecto yo no fui, expresó que la asociación comenzó como un taller de poesía en la Unidad 3 de mujeres de Ezeiza. Se acercó allí cuando se encontraba privada de la libertad, y conoció a María Medrano, quien estaba a cargo del taller. Entre el ruido de la gente que entra y sale del galpón, Liliana nos contó que al momento de conocer a María, ella no tenía familia, que sólo contaba con su padre, quien también estaba privado de la libertad en Marcos Paz. Nos explicó que con el tiempo, la asociación se fue ampliando y sostuvieron la necesidad de generar trabajo para las mujeres que salían de la cárcel, comenzaron a realizar productos como agendas, billeteras, bolsos, almohadones y a escribir en la revista YO SOY.

La revista se vende a un precio accesible, el ochenta por ciento del valor de la venta es para los vendedores y el quince por ciento restantes es para reinvertir en el próximo número. El clima en el galpón, se fue tornando emocionante, Liliana nos explicaba que Yo no Fui “es su familia” y que actualmente es ella quién ingresa a la cárcel a dar el taller de poesía. Dejó de estar privada de la libertad y es la voz de la inclusión, la misma que le trasmite a sus compañeras que aún están encarceladas. El diálogo, aún se llenó de mayores emociones cuando mi compañera, recuerda que en ocasión de trabajar en una defensoría de ejecución, iba a visitar a Liliana cuando estaba en encarcelada. En ese momento, las dividían las rejas, hoy paradas frente a frente están charlando ambas en el medio libre. Liliana más recompuesta porque logró dejar de ser un número de legajo entre tantos que tiene el Servicio Penitenciario y hoy trabaja por la inclusión social, cultural y laboral de sus compañeras encarceladas.

Muchas de estas historias, hielan la sangre, brotan lágrimas de los ojos cuando las escuchamos y analizamos porque son tan poco conocidas. Tanto Claudio, Ayelén como Liliana, trabajan con esperanzas de replicar las historias que ellos mismos vivieron, luchan diariamente con una fuerza envidiable por la recuperación de los derechos de las personas privadas de la libertad; hombres y mujeres que merecen segundas, terceras, cuartas e infinitas oportunidades de incluirse e insertarse socialmente, de acceder a los mismos derechos que yo, que mi compañera y que todos los que no fuimos nunca criminalizados por el sistema penal, ni vivimos el escarnio de la cárcel.

Por estas historias y porque queremos que existan millones como estas, Asociación Pensamiento Penal celebra la existencia políticas públicas en concordancia con nuestra lucha por la recuperación y reivindicación de los derechos sociales, culturales y políticos de los privados de la libertad.