Es un claro avance en el reconocimiento del derecho a la salud y dignidad de las personas que precisan del uso medicinal y terapéutico del cannabis para mejorar su calidad de vida y paliar los efectos más perversos de sus enfermedades.
El prohibicionismo ha generado graves y absurdos obstáculos al acceso de determinadas sustancias cuyos efectos terapéuticos son harto reconocidos en la historia de la farmacología mundial.
Actualmente en unos 20 países europeos, 23 estados de Estados Unidos, Canadá, Uruguay y Chile, se reconocen ciertos usos medicinales del cannabis, sea mediante formas de consumo directo o través de fármacos derivados.
Toda persona tiene el derecho humano a elegir su tratamiento de salud y de hacer uso de aquellas sustancias que mayores alivios conlleven a sus padecimientos, sin intromisión alguna del sistema penal.
La única injerencia posible del Estado es avanzar en la regulación y reconocimiento del cannabis, ya sea en sus usos medicinales como así también en sus usos industriales, alimenticios y recreativos.
La regulación del cannabis es un hecho inevitable y cualquier obstáculo a ello es una política anacrónica, absurda, prejuiciosa, y en el caso de aquellas personas que hacen un uso medicinal del mismo, una política inhumana.
Es contradictorio reconocer el derecho de una persona a su consumo pero obligarlo a comprar el mismo en el mercado ilegal.
De allí la necesidad de una regulación estatal de todos sus usos, ya que de la prohibición nace y se alimenta el narcotráfico.
* Presentó el amparo que dio lugar al fallo del juez Guillermo Scheibler.

 

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