POR JORGE EDUARDO SIMONETTI
Para El Litoral. Colaboración.

En la señorial casona de la calle Carlos Pellegrini, sede del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Rubín ocupa un sencillo despacho desde cuando era ministro. No se ha cambiado al coqueto salón presidencial. Este hecho, aún cuando anecdótico, a mi juicio define la personalidad de quien hoy es el presidente del más alto tribunal provincial. Detrás del gesto adusto se encuentra un hombre amable, medido en sus respuestas, entusiasta con sus propias ideas, conciente de sus responsabilidades.

¿Cómo vé la Justicia en Corrientes?
Es un poco difícil de definirla, por eso quiero hacer un razonamiento previo para ubicarnos. La justicia de los hombres en general, como la naturaleza humana, es deficiente, falible, imperfecta, o sea que no podemos exigirnos perfección pero si debemos caminar hacia un ideal de perfección, aunque no lo logremos. He viajado mucho, a EEUU, Europa, otras partes, y no hay mucha diferencia entre la justicia nuestra y la de ellos. Haciendo un curso en Estados Unidos, dos jueces argentinos le preguntan al profesor norteamericano acerca de la imperfección de la Justicia norteamericana, y éste le contesta: “Nosotros sabemos que nuestra justicia no es perfecta, la de ustedes lo es?”. Creo que la Justicia correntina ha ganado en los últimos años mucho en independencia y en trabajo, el que ha conocido en épocas anteriores sabe que se ha adelantado, que hoy ya no es lo mismo, que no se puede volver atrás, que hay mucho por hacer, pero que se ha hecho mucho.

La opinión popular es que la Justicia es lenta. ¿La solución para paliar la “mora” judicial es sólo económica o existen otros caminos?
La mora existe en todos los tribunales del mundo. Eso no significa que no combatamos la mora, pero estos defectos existen en todo el mundo. Como en todo este tipo de problemas que afectan a las ciencias sociales, no hay un solo camino y una sola solución. El presupuesto es una de ellas, pero también hay otros caminos que necesitan transitarse. Una mayor concepción del ejercicio de la abogacía por parte de los profesionales, una mejor formación de los jueces, más tribunales, las modernización de las normas. Desde 2004 tenemos un proyecto de reforma del Código Procesal Penal. Fíjese que al hablar de la opinión pública, recuerdo una reunión en Paraná, dónde Francisco Delich, sociólogo ex rector de la Universidad de Córdoba nos decía: “Le voy a dar una buena y una mala noticia. La buena es que la opinión pública es cambiante, hoy puede opinar una cosa, mañana otra. La mala es que el cambio puede durar cuarenta años”. La credibilidad de la sociedad va por otros patrones de medida que no son los que tiene la Justicia en sí. Entonces, en todo juicio siempre hay alguien que gana y alguien que pierde. Uno va a decir que la justicia es buena y el otro que no existe. Las opiniones no reflejan la verdad de la justicia, porque van por otro andarivel. Ahora yo pregunto: si la Justicia está sin credibilidad, ¿Por qué tenemos cada vez más juicios? Cada vez se recurre más a la Justicia para solucionar los problemas de la gente. Por ejemplo, por tomar un tema actual, hoy abro el diario y leo que el problema del boleto se va a judicializar. ¿Qué es eso? ¿Podemos decir que el que viene a la Justicia es porque no cree? No.

¿Qué puede decir en general sobre la reforma constitucional del 2007 en el ámbito del Poder Judicial, si ha sido o no positiva?
Ha sido un avance extraordinario. Creo que los constituyentes han trabajado con gran visión. Se le ha dado al Consejo de la Magistratura el impulso que necesitaba. Creo es el único Consejo en el país, en el cual no hay representación política. Ello no es fácil. Con todas las críticas que pudieren haber, anda bastante bien el Consejo de la Magistratura, el balance es positivo.

Como Presidente del STJ es a la vez el Pre-sidente del Consejo de la Magistratura, qué ba-lance hace de la labor de este organismo.
El problema en el Consejo es que tiene tarea constante y permanente, y sus integrantes son todos “ad honorem”, entonces se hace difícil a veces. Hay que reconocer la laboriosidad y dedicación de los representantes de los distintos sectores. En cada reunión les doy las gracias. El balance del Consejo en general ha sido positivo. Me atrevo a decir que tal vez el nuestro sea uno de los Consejos de la Magistratura mejores del país.

¿Se refiere a la forma de constitución o a la manera en que ha trabajado?
Me refiero, primero, a la representación que le ha dado la Constitución, y segundo a la dedicación absoluta de todos los que intervienen.

¿Es o no un problema, existe o no, que no se presentan muchos profesionales a los concursos?
No es así en general, lo es en algunos cargos, sobre todos los del interior. Hay concursos en los que nadie aprueba, hay que hacer otro nuevo, otros en que no se completa la terna. Todo ello lleva su tiempo. Siempre los problemas principales en este aspecto suceden en el interior.

Se ha dicho que los abogados calificados mu-chas veces no se animan a presentarse a los concursos porque hay que atravesar instancias que muchas veces son desfavorables y arriesgan su prestigio.
Yo creo que no es así. Uno cuando se presentan a un concurso puede salir bien o mal. Los exámenes escritos, son anónimos, los que corrigen son gente de la magistratura, de la profesión, académicos. Recién después de corregido, se sabe a qué persona corresponde. Luego hay coloquio, examen psicológico, que no se hacen de la noche a la mañana.

Cámara Contencioso Administrativa. ¿Qué ocurre? ¿Por qué no se pone en funcionamiento?
Eso está en concurso, al mismo tiempo hoy hay veinte concursos o más. El concurso de la Cámara Contencioso Administrativa avanza, ya está casi listo.

Cómo ve la relación con los otros poderes, ¿entienden los otros estamentos del Estado las necesidades del Poder Judicial?
A veces es difícil entender los problemas del Poder Judicial, para quienes no lo viven. Siempre se intenta y siempre se llega a un entendimiento, de una manera u otra, pero es difícil hacer entender la problemática. Hay un preconcepto no sólo contra el Poder Judicial sino también con la profesión de abogado, que atenta contra el entendimiento.

Dando por sentado lo que dice, me da la impresión que en los últimos años se ha avanzado en la comprensión de la problemática judicial.
Si así es.

Desde afuera usted tiene la fama de administrador eficiente y duro. La inflación no para, todas las partidas se deterioran, tanto para servicios como para salarios. Dentro del presupuesto del año, está prevista la pauta inflacionaria y si así no fuera, como obraría para el caso que fuera necesario dar más aumentos salariales y las partidas no alcancen hasta el fin del año.
La respuesta ya está dada con el último aumento. Se nos retaceó 150 millones de pesos, el Poder Ejecutivo mandó al Poder Legislativo 150 millones menos que lo presupuestado por nosotros. Lo que corresponde es mandar al Poder Legislativo el presupuesto tal cual remitió el Poder Judicial, con las observaciones que realiza el Poder Ejecutivo. Sin embargo, éste manda sólo el presupuesto recortado y ello no corresponde. Esto ocasiona un retraimiento de todos los gastos, es una suma apreciable, no podemos designar nuevos cargos, no podemos cubrir va-cantes, así que todo nos trae aparejado muchos problemas. Con respecto a los salarios, puse en conocimiento en el Acuerdo esta situación y todos estuvimos de acuerdo que debía otorgarse el aumento aunque se nos agotara el presupuesto antes de fin de año. Lamentablemente, este año hay menor recaudación y entonces hasta ahora no hay excedentes, estamos sujetos a la posibilidad de un refuerzo de partida que depende del Poder Ejecutivo, no ya de nosotros.

Cómo visualiza dentro de diez años la Justicia: igual, mejor, peor.
Mejor, mucho mejor debe estar. La evolución no para, tampoco para la litigiosidad de la sociedad. El doctor Lorenzetti ya lo dijo: “El siglo XIX fue del Po-der Ejecutivo, el siglo XX del Poder Legislativo, el siglo XXI es del Poder Judicial”.

Dijo el escritor francés Albert Camus: “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”. En Corrientes, ¿estamos en condiciones de conciliar ambos valores?
Camus, que escribió “El Extranjero”, “La Peste” y muchas otras obras muy importantes, era el escritor de nuestra época, que viví, que conozco. Por ello puedo decir que la lucha por la libertad no cesa nunca, las libertades humanas siempre están sujetas a limitaciones, y siempre debe lucharse para superarlas.

O sea que la lucha por la libertad es permanente, nunca termina.
Si así es. Y como lo dijo Von Ihering, la lucha por el derecho es continúa, nunca termina, siempre se está en tránsito, y las libertades del hombre también con un sentido paralelo al derecho.

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