Los daños del paso de los violentos en el edificio de las fiscalías de calle Junín al 600 eran subsanados ayer. Los empleados no fueron a trabajar, pero tanto funcionarios como empleados de las distintas unidades fiscales, que el miércoles a la tarde se encontraban allí cuando llegaron los manifestantes, hicieron sentir su malestar y cargaron contra la policía y la falta de previsión de los incidentes, ya de conocimiento público.
Funcionarios y empleados se manifestaron desprotegidos por la fuerza, que solo llegó cuando ya habían roto los vidrios y se apagaron las gomas que habían encendido. “Terminamos todos en el techo. Solo había seis policías que no pudieron hacer nada. Estas personas llegaron caminando y otras en moto, con gomas en las manos y bidones, y nadie, pero nadie de la policía los vio. Al menos eso fue lo que dijeron”.
En declaraciones a la prensa, el Procurador de la Corte, Enrique Lilljedahl, fue más allá y cargó contra los encargados de la Seguridad, al indicar que “se hizo una división de poderes de primera y poderes de segunda. Solo se le brindó seguridad al primero”.
“Enviaron seis policías inexpertos, jóvenes, incapaces de dar una solución a lo que finalmente ocurrió. Cuando arribó Infantería, el edificio ya había sido atacado y las llamas de los neumáticos que encendieron se consumieron solas. En cambio, la Casa de Gobierno estaba muy bien resguardada por policías”, expresó mientras agregaba que “quedaron desamparados por la policía en el ataque”.

Solo números
Según pudo conocer LA UNION de fuentes policiales, para el operativo que dejó destrozos pero no detenidos, se había afectado alrededor de un centenar de uniformados, de la comisaría Primera, del COP, Casa de Gobierno y grupos especiales, además del personal de civil de Investigaciones e Inteligencia Criminal.
Pero la labor falló, o no estuvo a la altura de los acontecimientos, pues no solo se destruyó parte del edificio de la Fiscalía, sino también el frente de un hotel cercano al edificio judicial, mientras que alumnos de los colegios debieron buscar resguardo en el palacio legislativo.
Los movimientos de los manifestantes, algunos desde la casa del joven asesinado y otros desde el mismo cementerio, era informada constantemente por las patrullas, que seguían el recorrido e informaban sobre los elementos que llevaban consigo.
Sin embargo, la policía no actuó sino hasta que causaron destrozos.
Si se sabía de la marcha y los posibles resultados, ¿qué falló? El servicio de Inteligencia de la fuerza -que nuevamente deberá ser reemplazado tal como pasó en el ataque a la comisaría Séptima tras la muerte de Diego Pachao en marzo-, o se subestimó a los manifestantes y se actuó tarde.
Desde Relaciones Institucionales de la Policía, se informó que las principales autoridades de la fuerza no harían declaraciones, porque “ya está todo publicado”.

El padre quiso hacerse cargo
El padre de los jóvenes Delgadino habría intentado hacerse cargo solo del crimen, aunque sus dichos no se respaldan con pruebas.
El hombre, quien permanece detenido desde el martes en Investigaciones, buscó de esta manera despegar a sus hijos y su esposa.
Trascendió que Delgadino padre habría dicho: “Estoy contento, qué bueno que lo maté a este hijo de …., me tenía cansado”, entre otras cosas.
Pero al explicar de qué manera mató a Leandro, dijo que lo atacó a golpes con una maza en la cabeza y en las manos. Luego le sacó toda la ropa y lo envolvió en la lona para sepultarlo.
La versión se contrapone con la realidad, ya que el cuerpo de Centeno estaba vestido con la ropa que fue visto por última vez por su familia y, según el resultado de la autopsia, no presentaba golpes en las manos.

Se tomaron testimonios
Ayer se entrevistó a varios vecinos de la casa de la familia Delgadino -de calle Corrientes 218- para conocer si alguno había escuchado los gritos de auxilio de Leandro Centeno cuando supuestamente estaba cautivo. Pero nadie dijo haber escuchado gritos el lunes a la madrugada.
Solo un tío de los detenidos (que habita en la parte anterior del inmueble) señaló que alrededor de la una de la madrugada, oyó a sus sobrinos Diego y Facundo decirle a alguien: “Caminá, entrá hijo de p…, ahora vas a decir dónde está la moto”.
La familia Centeno sostiene que alguien escuchó los gritos y por ello fueron el lunes a la casa de la familia Delgadino, a buscar al adolescente.
Al mismo tiempo, trascendió que la familia del chico muerto no entregó el teléfono celular en el que supuestamente fueron recibidos los mensajes de texto que les advertía que Leandro estaba secuestrado.
En diálogo con LA UNION, Claudia Centeno, tía del adolescente, aclaró que sus familiares no se manifestaron el miércoles a la tarde cuando se produjeron los incidentes y desmanes. “Nosotros no marchamos. Estamos analizando la posibilidad de realizar una marcha de silencio, pero recién será una vez que concluya el novenario”, aclaró.

 

fuente http://launiondigital.com.ar/noticias/65217-justicia-afirman-policia-desamparo