Un grupo de internos del Penal Nº 1, pertenecientes al colectivo Yajá Porá, contaron su experiencia a El Litoral. Los datos se extraen del último operativo de la Engho. Gran parte del consumo se destina a bebidas y alimentos.
Hace un año y medio que Ramón Vicente González talla la madera para ganarse el sustento. Oriundo de Esquina, ex interno en el Penal Nº 1, desde este año está libre. Hoy enseña su arte y trabaja en el Museo de Artesanías de Corrientes.
Este es un ejemplo de puentes que se estrechan entre los privados de su libertad y la sociedad para un bien común. Este tipo de acciones es una de las premisas que impulsa un grupo de internos de la Unidad Penal Nº 1, quienes conforman el colectivo Yajá Porá, el cual nació como una agrupación de artesanos y artistas y que actualmente tiene en vista la promoción de la cultura del trabajo.
“El pibe que está hoy adentro, nunca conoció el trabajo formal, ni sus padres  conocieron el trabajo digno, a ese pibe hay que enseñarle, darle las herramientas y tratar de abrir camino”, expresó a El Litoral Alejandro Pizarro, uno de los ilustradores de la agenda Yajá Porá, quien además realiza artesanías con una variedad de materiales como madera y plástico.
Ramón contó a este diario que antes de ingresar al sistema penitenciario tenía conocimiento de talabartería,  es decir, labores con cuero seco. Ya en el Penal, se perfeccionó en el tallado de madera y bajorrelieve con el maestro Cabrera, eminencia del museo de Artesanías.
Hombre de pocas pero de precisas palabras, Ramón, con mate en mano, expuso sus trabajos. Pomberos de distintos tamaños, el escudo de la Provincia de Corrientes, una escultura del padre Pío, son algunos orgullos del artesano.
Este dio a conocer sus trabajos junto con los de sus compañeros de Yajá Porá el pasado jueves en una exposición y venta del Museo de Artesanías de Corrientes, en la esquina de Quintana y Salta. Allí, otros artesanos también presentaron sus obras.
A sus 40 años, Ramón aún tiene mucho por delante. Actualmente vive en Corrientes Capital. Mauricio Pizarro, por su parte, es un joven exponente. También integra el colectivo Yajá Porá y hace dos años y medio, según calculó, se dedica a trabajos de tallado y bajorrelieve, así como a esculturas, a medida que tiene posibilidades de acceder a los materiales.
Materiales reciclados, papeles, plástico, madera, cuero, de todo tipo, trabaja su hermano mayor, Alejandro Pizarro. Ambos, con marcado acento, son oriundos de Santa Fe y hace cinco que están privados de su libertad en Corrientes Capital.
Si bien las agendas de Mitos Guaraníes son de lo más visible del colectivo, actualmente están emprendiendo trabajos con materiales reciclados como canastas con plástico trenzado.
Alejandro contó que existen muchas trabas burocráticas a la hora de realizar un emprendimiento laboral. “No tenemos acceso a un monotributo porque nos impide la ley y no podemos hacer una cooperativa”, explicó el interno en diálogo con El Litoral. “La semana pasada presentamos un petitorio ante el Ministerio de Trabajo para que se pueda facturar”, señaló a este medio Hilda Presman, referente de la Red Provincial de Derechos Humanos.
Desde el colectivo buscan la posibilidad de poder acceder a un monotributo social y con ello facturar. “La idea es que estén dentro del sistema como corresponde”, indicó la abogada. Esta es una forma de fomentar el trabajo desde el interior de la cárcel, según detallaron.
“No hay ningún programa productivo, de trabajo, funcionando dentro del penal”, contó a este diario Edgardo Pérez Lindo.
“Hay en otras provincias donde el interno se cocina su propia comida y con eso se les paga el peculio, acá una empresa tercerizada cobra unos 80 pesos por ración, con lo que eso le significa al Estado”, señaló el artesano, quien junto a sus compañero expresó la necesidad de iniciativas para generar trabajo desde el interior de la cárcel.
“Si el ciudadano paga sus impuestos para sostener el sistema penitenciario, el que está adentro tiene que salir recuperado, no más violento. Todo el mundo sabe que la cárcel no es un depósito de personas sino un lugar donde se deteriora aún más a la persona y esto después se siente en la sociedad”, expresó Alejandro.
Trabajador preso
Sin cooperativas ni líneas de acción laboral en el interior del penal, según comentaron los internos, las oportunidades de ganarse el sustento afuera son más que difíciles. “Hay un caso de La Plata de un interno llamado Kabrone. Ahí se proyectó una cooperativa y cuando salió hizo los trámites para eso. Hacen talabartería”, contó Alejandro.
“Tenemos que comenzar a hablar ya no más del preso que trabaja sino del trabajador preso”, enfatizó Pizarro sobre el giro semántico para describir la situación.
Otro de los puntos que criticaron fue el sistema educativo. Indicaron que si bien actualmente funciona una escuela, ésta registra muchas carencias, según detallaron los internos.
Actualmente, no obstante, una de las líneas fuertes que mencionaron los internos fueron los distintos talleres de capacitación en oficio y de formación profesional.
Pérez Lindo, por su parte, destacó la educación como parte la solución. Este hace 5 años que está en el sistema penitenciario de Corrientes y actualmente se dedica a realizar artesanías con madera.
Una de sus especialidades son las cajas con detalles, las cuales exhibió en la muestra.
http://www.ellitoral.com.ar/es/articulo/307269/Internos-del-Penal-promueven-la-cultura-del-trabajo