Cerro de las Rosas, Urca, Villa Centenario, Bajo Palermo, barrios cerrados, countries ubi­cados en la periferia de la ciudad de Córdoba, viviendas de Villa Allende… La demanda de los polémicos cercos electrifi­cados está en aumento en los sectores de clase media-alta de la Capital cordobesa, según reconocen los principales proveedores de este servicio.

Se trata del “único” cerco perimetral electrificado “no letal” que funciona sin infringir ninguna norma, aclaró César Lezameta, el titular de la empresa D-Fence, una de las pioneras en la ciudad, junto a la firma CMC. Lezameta recordó que cuando empezó el negocio, hace tres años, la realidad en Córdoba era bastante diferente a la ­de su Lima natal, en Perú. “Allá, de 10 casas, ocho tenían cerco eléctrico, pero acá en Córdoba, cuando empezamos, la ciudad estaba séptima a nivel nacional en estadística de inseguridad ­y no había mucha demanda”, ­rememoró.

No obstante, “esto ha ido cam­biando de manera exponencial; hay más inseguridad y por ende más demanda”, recalcó.

Escalada de medidas. Para él, ya los sistemas de alarma no alcanzan para que las personas se sientan seguras, “porque suenan cuando el intruso ya está adentro”. “La gente quiere estar tranquila en el patio de su casa y que nadie salte la tapia; por eso buscan estos cercos”, apuntó.

Al respecto, Mariano Sesín, de CMC (que provee los cercos de la firma Alari 3), explicó que la instalación de un perímetro electrificado forma parte de una escalera de episodios de­lictivos: “Primero la gente busca una reja; después de un robo, incorporan una alarma; otro robo y buscan monitoreo, y ­así hasta que llegan al cerco”, ­describió.

Lezameta explicó que el ­sistema de cerco electrificado, a diferencia de los “boyeros” u otros sistemas caseros altamente peligrosos e ilegales, cumple con las normas municipales y no es riesgoso (ver Requisitos técnicos ). “No deja ‘pegado’ a nadie; da una ‘patada’ fuerte pero no causa daño”, apuntó.

Aseguró que el sistema funciona bajo normas de calidad Iram, que consume un voltaje bajo, menor a una lamparita, y que tiene una doble fortaleza: impide el contacto y al mismo tiempo suena una alarma apenas alguien quiere forzar el cable. Para evitar que alguien muera electrocutado, funcionan con un bajo amperaje (unidad de intensidad de corriente eléctrica), aunque funcionen con cinco mil a 10 mil voltios. No está prohibido por ley, según Sesín, ya que se trata de un sistema “que no incumple ninguna norma; está tan homologado como una plancha”.

Por norma, se debe colocar un cartel cada 10 metros de cerco, para avisar que está electrificado. Es clave para advertir a personas con marcapasos o a niños de corta edad. De todos modos, se supone que ninguno de ellos se trepará a un cerco de más de dos metros porque sí.

Mantenimiento nulo. 
En términos generales, para una instalación de 50 metros lineales, tiene un costo de entre 5.000 y 6.500 pesos. El precio aumenta en relación a la can­tidad de barras de hierro que haya que colocar. Por lo tanto, si se trata de una tapia con desniveles, costará más que un cerco con los mismos metros pero lineales.

Después, no insume gastos de mantenimiento, ya que sólo hay que renovar la batería cada tres años.

Además de residencias familiares, barrios cerrados y countries , su uso se está extendiendo en fábricas privadas.

“Hasta hace dos semanas, había mucha demanda, tanto de monitoreo de alarmas como de cercos electrificados. Pero ahora todo se ha planchado, no sólo nuestra actividad sino la economía en general”, acotó Sesín. En ese sentido, dijo que, en promedio, en los últimos tiempos estaban colocando cuatro cercos electrificados por mes.

Requisitos técnicos. No son ilegales aquellos cercos que cumplen con los requerimientos que exigen las normas vigentes, según la Asociación Electrotécnica Argentina. Entre otros puntos, se fija la altura a la que deben ser colocados, el uso de un interruptor y un diferencial de alta sensibilidad, además de colocar carteles de advertencia.

fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/crece-demanda-cercos-electricos