En el contexto de las Primeras jornadas de abordaje técnico-criminológico en el ámbito penitenciario, que se concretaron entre el jueves y viernes pasado en el cine Teatro Catamarca, el psiquiatra del Servicio Penitenciario de Miraflores, Denis Ríos Obando, disertó sobre su experiencia en el Penal. Además de hablar sobre las drogas que consumen los internos y sus consecuencias, aprovechó para referirse al “estrés laboral” que sufren los agentes y oficiales de la cárcel develando datos alarmantes.
Luego de referirse al tema que estaba pactado dentro del cronograma, Ríos Obando se explayó en su exposición y habló, sin eufemismos, sobre la realidad que viven actualmente los empleados del Penal. Según explicó, la “gran cantidad de licencias por patologías psiquiátricas” por parte de los trabajadores de la institución prendió su luz de alerta, por lo que se comenzó a investigar qué sucedía.
De esta manera, señaló que el estrés que aqueja a los penitenciarios se debe principalmente a “la complejidad del trabajo, exigencias y sobre todo a recarga laboral”. El profesional explicó que pese a los nuevos empleados que ingresaron recientemente, “la falta” continúa. “Esto trae aparejada una sobrecarga de horas de trabajo, por lo que el agente debe hacer muchas veces más de 24 horas o no descansa como debiera”, dijo.
No obstante, a esta situación se le sumaron otros factores, como el “abuso de poder” de superiores con trabajadores de menor rango, la confusión que acarrea en el resto los conflictos entre los mismos superiores, “la falta de motivación, estímulos, escaso reconocimiento de las labores, así como la carencia de espacios recreativos y bajos sueldos”, señaló el psiquiatra. La distancia que separa el Penal de la vivienda de los agentes, el clima, la exclusión y la misma inseguridad que ellos viven fuera y dentro del penal, debido a las constantes amenazas de internos y lo difícil que es lidiar con determinados tipos de situaciones cuando tampoco se poseen las herramientas necesarias, serían otras causas que concluyen provocando estrés y su consecuente enfermedad en los agentes penitenciarios.
Como conclusión, Ríos Obando explicó que para contrarrestar esta situación se necesitan “políticas, proyectos y estrategias que puedan frenar y vencer esta situación”, que va en aumento y que se convirtió en una “bomba de tiempo”, ya que existe un alto índice de penitenciarios que se han suicidado y otros que manifiestan síntomas preocupantes. Para el profesional, toda esta situación se da porque “el Estado no está al tanto o minimiza las cosas”.

Análisis
La teoría de Ríos Obando fue avalada posteriormente por otro psiquiatra, Gonzalo Mayo, quien vino desde San Luis y aseguró que la realidad penitenciaria de Catamarca no es muy diferente a la que se vive en el resto de las provincias. No obstante, no negó la importancia de crear políticas tendientes a mejor la labor de estos trabajadores y resaltó el riesgo de suicidio que existe en consecuencia.
«Como toda enfermedad psiquiátrica, no se comprende lo que no se ve», dijo Mayor y resaltó que el Gobierno tiene que «empezar a dejar de hacerse el distraído» y ocuparse en consecuencia.

 

Los internos y el consumo de drogas
Ríos Obando también habló sobre el consumo de drogas entre los internos del Penal. El psiquiatra aseguró que cuando él llegó a hacerse cargo, la mayoría de los internos eran medicados con diferentes tipos de antidepresivos y ansiolíticos que «demandaban» diariamente y que ocasionaban serias dificultades para la convivencia interna. No obstante, esta realidad habría cambiado con el paso del tiempo, logrando reducirse el consumo a menos de la mitad, al menos en cuanto a medicamentos se refiere.
No obstante, no pudo decir lo mismo de otras sustancias como cocaína y marihuana, que son de uso diario y que no sólo ingresan porque la llevan familiares, sino que también existe un comercio interno, donde hay penitenciarios que se encargan de abastecer. La principal consecuencia del consumo de drogas en el penal es el riesgo de autolesiones y agresiones entre internos. El riesgo de suicidio, por las drogas y la falta de oportunidades de recreación en el lugar es otra preocupación a tener en cuenta.