La bronca se transformó en sangre en pocos segundos para los vecinos, amigos y familiares de Cristian Omar Mendoza, joven de 18 años que perdió la vida durante la madrugada del sábado en Garupá.

La protesta reclamando la entrega del cuerpo para velarlo y el reclamo de justicia derivó en el linchamiento de un hermano de los detenidos, también residente en el barrio Los Potrillos de la mencionada localidad.

Un centenar de personas, incluyendo mujeres y niños, rodearon a Oscar F. de 21 años, pasadas las 21 del sábado sobre la avenida Las Américas, y le propinaron una salvaje tunda de golpes de puño, patadas y piedrazos.

Todos aseguraron conocer al muchacho. “Es uno de la familia que vive en Los Potrillos y todos los días están robando a los chicos o entrando en las casas, andan en patota, y son los que mataron a Cristian cuando iba a buscar un pedazo de hielo a la casa de su abuela. Son cobardes, le pegaron un tiro en la espalda”, relató uno de los familiares a pocos metros del cruce (Las Américas y Alvear) donde ocho menores atacaron a Mendoza.

“Queremos que esto se acabe, ahora andan armados, ya no sólo en grupo, también les dieron revólver y la Policía no se da cuenta que son peligrosos”, agregó el mismo hombre que prefirió el anonimato, síntoma de la situación caliente en el que las venganzas y represalias corrían tras la brutal golpiza, que pudo ser trágica si los agentes de la Seccional Quinta no llegaban a tiempo a parar la orda violenta.

Masacrado
Media docena de policías custodiaron a Oscar F. totalmente ensangrentado, con cortes en la cara y cuero cabelludo, además de golpes por el resto del cuerpo.

Los vecinos mantuvieron, desde las 21.30 hasta los primeros minutos del domingo, de rehenes a policías y a un herido en grave estado, que perdió el conocimiento por la tunda recibida y que sólo fue asistido por su hermana, que con coraje mantuvo la calma ante el dramático y desesperante cuadro.

Recién permitieron que lo llevaran al Hospital Madariaga cuando el padre de Cristian Mendoza comprobó que se iba a realizar la autopsia y de inmediato le entregarían el cuerpo para su velatorio y sepelio, el que se concretó ayer por la tarde en el cementerio de Garupá.

La medida fue tomada por la Secretaría Uno, a cargo de Griselda Elizabeth Róbalo, del Juzgado Correccional y de Menores Dos de César Raúl Jiménez, quien mañana recibiría la totalidad de las pericias y definiría la situación de los seis detenidos.

Tensa oscuridad
Fueron tres tensas horas en la oscuridad en Garupá, sobre Las Américas, a pasos del ingreso a Los Potrillos, asentamiento donde reina la oscuridad y el temor que infringen a sus vecinos jóvenes dedicados a los delitos contra la propiedad y al consumo de estupefacientes.

La situación requirió la colaboración de miembros del cuerpo de Infantería y más de quince agentes de las seccionales más cercanas de la Unidad Regional X.

Mientras que, en la en la Comisaría Quinta aguardaban una veintena de uniformados prestos en camionetas y automóviles para brindar apoyo.

“Ahora está toda la Policía acá para a cuidar al hermano del ladrón, del chorro, de los asesinos, porque le cagamos a palo, y eso que se escaparon dos, que vinieron a provocarnos porque estábamos cortando la avenida pidiendo el cuerpo de Cristian para velarlo. Acá todos somos pobres, pero la mayoría laburamos, el chico que murió no le hacía daño a nadie y lo mataron por la espalda frente a su abuela, perdió el conocimiento a las 2 de la mañana (…) Quién nos devuelve a Cristian, nadie, y quién nos va a dar justicia, nadie, por eso reaccionamos de esta manera”, manifestó enfático uno de los hombres que participó del linchamiento, junto a adolescentes, mujeres y niños.

“No nos importa nada, estamos cansados de estos grupitos de patoteros, que asaltan para comprarse droga, y encima matan ahora”, remarcó una vecina quien rescató la imagen de Cristian Mendoza como “un chico bueno, estudiaba y laburaba, lo que le hicieron nos destrozó a todos en Garupá”.

Así, la imagen que parecía remarcada sólo correspondiente a las grandes capitales del país, se reprodujo en Garupá el sábado por la noche.

Un joven acorralado y destrozado a golpes por sus vecinos, que lo reconocieron por ser pariente y tal vez cómplice de miembros de una gavilla de menores, con el tiempo suficiente para buscar víctimas y arrancarle dinero o cualquier elemento de valor.

 

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