A casi cinco meses de su asunción al frente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), y a diez días del comienzo del debate parlamentario por la despenalización de la tenencia de drogas para uso personal, Rafael Bielsa se muestra favorable a la mayoría de los planteos de reforma penal, a diferencia de su antecesor, José Ramón Granero. Es la primera entrevista que brinda como titular de la Sedronar, luego de solicitar varias auditorías sobre ese organismo, vástago de la ley de drogas actual, y en medio de un cambio de paradigma compartido entre el gobierno nacional y las principales fuerzas de la oposición sobre las políticas públicas en la materia, tendientes a la no criminalización del usuario y al discernimiento penal entre microtráfico y crimen organizado. Los ejes de su gestión, adelanta, pasarán por la coordinación de las áreas y agencias estatales involucradas, el paco y su territorio y el control eficiente sobre los precursores químicos.

“Quiero un organismo flaco, muy magro, rápido, con una gran velocidad de desplazamiento a los lugares donde está, de verdad, el problema”, dice Bielsa, en su oficina, en medio de laberintos de alfombra verde y paredes de madera color caoba. “El abordaje está en el territorio y no en el escritorio. Si te quedás en el escritorio, sos cartera. Sonaste”, agrega. Y lo extiende tanto a la detección temprana de los precursores químicos para cocinar drogas, de origen vegetal o sintéticas, junto a las distintas cámaras industriales, como a la atención de los usuarios de paco, o “cocaína fumable”, como se lo mencionó en el último foro internacional de la Cicad, el organismo especializado en el tema de la OEA, en Washington.

A propósito, informa: “Es el único viaje que hice, y aspiro a hacer la menor cantidad. Es tan demandante lo que pasa acá, que no podés estar afuera para poder hacer bien este trabajo”. Lo confirman sus subsecretarios especializados en demanda y oferta, Ignacio O’Donnell y Víctor Malavolta. La política al respecto, dice Bielsa, es recibir a los funcionarios extranjeros y a las embajadas, algo que ya está ocurriendo. “Ahora, lo que sí debemos dejar claro es la postura argentina respecto de los diversos temas: prevención y el enfrentamiento con la oferta. No puede ser que cada uno que vaya a los foros tenga una posición distinta”, aclara.

–¿Cuál es la primera conclusión sobre el estado actual de la coordinación de la oferta estatal en la materia?

–Bueno, yo no estoy seguro de que el gobierno federal, medido en términos de inversión por habitantes, esté gastando poco. Constatamos programas vinculados con el tema drogas, desde distintos andariveles, de la asistencia hasta la reducción de la oferta, en 31 organismos diferentes. Es lo que hemos detectado hasta ahora.

–Con presupuesto.

–Sí, con distintos presupuestos. Siempre en el orden federal, sin contar lo que están haciendo las provincias y sin contar las fuerzas provinciales. Lo importante es que si (el Ministerio de) Trabajo tiene algún programa de inserción laboral interesante o si Desarrollo Social tiene un dispositivo, como los CIC (Centros Integradores Comunitarios) territoriales, muy afianzados, con una inversión que el Estado ya hizo, lo sensato es que, cuando Sedronar interviene, en términos federales y va a alguna provincia, no reinstalarnos e ir solos con nuestra oferta, sino tratar de llevar, coordinadas, las ofertas de múltiples organismos. No solamente la beca o el subsidio que pueda dar Sedronar, sino además programas del Ministerio de Trabajo para reinserción laboral. Esto implica una redefinición de las reales incumbencias de la Sedronar, que ni debe hacer aquello que no le incumbe ni dejar de hacer aquello en lo que sí tiene incumbencia. Cuando denunciamos los 210 convenios que habíamos firmado dentro del país, alrededor de 20 instituciones, municipios o personas manifestaron la voluntad de reconducirlos. Algunos ni siquiera eran competencia de la Sedronar.

–¿Con qué otras áreas trabajan?

–La semana que viene nos reunimos con el ministro de Educación, Alberto Sileoni, para dar un solo mensaje con una unidad de concepción. También hicimos convenios con la AFIP, por los que pudimos introducirnos en el software del módulo de ventanilla única. Una medida muy importante, que nos va permitir acceder a la información con 90 días de anticipación, la cantidad de precursores químicos que se importa. Luego, con el PAMI. Ahí recibimos una extraordinaria ayuda de la división tecnológica que hizo una auditoría al Registro de Precursores Químicos (Renpre), ahora trabajamos con ellos en diseño de nuevos sistemas. A ese nuevo sistema le vamos a introducir la trazabilidad de algunos precursores para cubrir el circuito hasta el momento previo, inmediato, de la entrada al mercado ilícito.

–Respecto de los tratamientos, más allá de que no esté reglamentada la Ley de Salud Mental que incluye en el tema adicciones, ¿auditaron instituciones?

–Estamos haciendo un extraordinario esfuerzo en resideñar la matriz de evaluación de las instituciones y hacer auditorías que sean fidedignas, incorporando a la sociedad civil a la auditoría. Además, hay nueve provincias en las que Sedronar ni siquiera tiene convenios con prestadores del sector privado: Formosa, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Neuquén, Chaco, Jujuy, Catamarca, Misiones y Santiago del Estero. Es insensato que en esos lugares no asistamos económicamente a los hospitales públicos para que haya tratamiento en esta materia. Así que lo vamos a hacer.

–Varios especialistas plantean que los hospitales públicos y centros de salud deben tener áreas especializadas y formación sobre el tema.

–Todas las semanas vamos a alguna villa, dos o tres horas, a hablar con los referentes barriales. La última visita fue a la dirigente Rita y al cura Gustavo Carrara, en la villa 1-11-14, en el Bajo Flores. El cura cuenta que da una atención que empieza con una casa, donde van a dormir los chicos fisuras. Así empieza la historia. Entonces, a un chico consumidor de paco lo rocían con una ametralladora. Y va al hospital Piñero. Lo va a ver el padre Gustavo y estaba en un proceso de curación de sus heridas, y tenía dos bolsas de colostomía, para drenaje. Y la médica le dice: “Se lo tiene que llevar”. El padre le explica que es adicto y que necesita tratamiento. “Sí, pero a mí me interesa esto (le señala la panza con las bolsas de drenaje), me tiene que liberar la cama.” “Pero el servicio de salud va a costar más… ahora viene un proceso de desintoxicación, tratamiento, socialización, esto hay que hacerlo entre ustedes y no- sotros”, le dijo el cura. “Se lo tiene que llevar.” Y se lo llevó. Al chico le da un ataque de asma, y con las dos bolsas puestas se fue a fumar paco. Terminó en el Hospital Fernández. Está bien lo que plantean los especialistas: si no hay una mirada de desmanicomialización, holística, para interpretar este fenómeno, no hay forma de avanzar. Por eso vamos a invertir en los hospitales de esas nueve provincias.

–¿Cuál es el presupuesto de la Sedronar?

–Ahora, 77 millones de pesos anuales y estamos racionalizando los recursos humanos, el gasto y el uso del espacio físico. La Sigen nos auditó y nos ayudó la Jefatura de Gobierno para hacer el trabajo de reingeniería del organismo. Vamos a tener otro presupuesto: para hacer lo que se hizo era mucha plata, para hacer lo que se tiene que hacer falta plata.

–¿Cuáles son los desafíos respecto del abordaje territorial en el uso de paco?

–Si se mide prevalencia anual, la cifra tiende al optimismo, porque la incidencia del consumidor de paco frente a la de alcohol marca un gran abismo. Pero si se mide el crecimiento de esa prevalencia, ahí asusta.

–Además, vender drogas es una salida laboral en la villa.

–Y una salida compulsiva, porque el que consume, como no tiene ingreso, tiene que vender al día siguiente para seguir consumiendo y esto lo cuentan todas las villas. En un comedor comunitario uno ve a una nena, entre treinta chicos, y la cocinera dice “a esa nenita la trajo la tía”. Que no es la tía, es una amiga de la mamá, el padre y la madre son paqueros. “Y la mamá ahora está vendiendo”, dicen en el comedor. Sumemos que es un lugar donde el primer contacto con el Estado, para los chicos de siete años en adelante, es la policía, ni hablemos del Gran Buenos Aires.

–Hay que separar el microtráfico del crimen organizado internacional, para los cuales hay una sola ley y una sola penalidad en la actualidad.

–Exactamente. Además están cambiando las lógicas. Antes un familiar llamaba a la policía para que meta preso a su hijo por fumar paco; ahora, por ejemplo en Rosario, la familia incendia el kiosco de paco. No lo mete preso al pibe, lo mete preso al dealer. Y al que vende pastillas legales para mezclar con alcohol, también. En este sentido, Sedronar tiene que convertirse en un órgano de investigación, que sigue el acontencer y propone herramientas. Ya deberíamos controlar quién vende impresoras tridimensionales, porque se pueden imprimir cajas de medicamentos con esas máquinas.

–Otro de los ejes que mencionó es el control de precursores químicos.

–Ahí estamos ante un rediseño de todo el sector de fiscalización, nuevo manual de fiscalización de empresas, nuevos protocolos y fiscalizaciones no programadas. Dentro de poco tiempo el modelo de pastilla va a ser el de síntesis. Hay un gran movimiento internacional, nos lo dijo la embajada de Alemania y también especialistas españoles, para hacer un control más férreo sobre precursores. En Alemania, más del 90 por ciento de las denuncias de desvíos de precursores al mercado ilegal son hechas por los propios actores civiles, laboratorios que detectan y denuncian. Por eso hicimos reuniones con presidentes de distintas cámaras: farmacéuticas, química y agroquímicas.

–¿Qué otras herramientas le surgen en este tema?

–Además de tener el registro de precursores y actualizarlo, vamos a tener que contar con un laboratorio, porque es lo dinámico del cambio de composición de las sustancias que se consumen. Queremos, al momento de la incautación, tener un estudio en un laboratorio confiable y rápido. Si no incluís las nuevas sustancias en las listas de productos considerados precursores, no se puede anticipar la tendencia, vamos siempre detrás de la oferta. Y a todo eso le vamos a anexar un horno para la incineración. Porque al haber aumentado la incautación, aumentó la demanda de los hornos, que están casi colapsados. Y son importados, cuando no hay razón de importarlos, es un elemento estándar, que puede desarrollarse localmente.

 

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-194970-2012-05-27.html