egún el informe de La Casa del Encuentro, 277 mujeres fueron asesinadas por varones en 2014: 195 murieron apuñaladas, baleadas o golpeadas, 9 asfixiadas y 6 con traumatismos.

La mayoría de los femicidios fueron en la casa de la víctima (143), 21 en un descampado, 20 en la vía pública, 11 en la ruta, 7 en un campo, camino o monte.

A 156 mujeres las mataron las parejas o ex parejas, a 19 otros familiares, a 10 los padres o padrastros y a 55 otros varones sin vínculo aparente.

«Las adolescentes siguen los estereotipos de los medios de comunicación masivos, buscan una identificación y por eso posan como modelos. El tema qué pasa en la sociedad machista y patriarcal que considera que cualquier mujer es objeto, es factible de ser violada, asesinada y descartada«, dijo Fabiana Tuñez, coordinadora de la Asociación Civil La Casa del Encuentro.

Juan Manuel Fígola, de 38 años, y Daiana García, de 19, mantuvieron un tipo de vínculo (muy distinto a una relación) durante un año sin que nadie lo supiera. No compartían vivienda, ni eran una pareja en términos corrientes, pero le alcanzó a Fígola con ponerle una media en la boca, presionar el cuello de la menor y que ver cómo se moría. No encontraron muchas pruebas ni evidencias del hombre en el cadáver de Daiana.

Fígola no mostró a su presa como un triunfo, ni modificó evidencias. Sólo la metió en una bolsa de arpillera blanca de particulares características en Colectora y Libres del Sur, un descampado de Lavallol por el que pasaba todos los días y la arrojó. Le mandó un mensaje a su padre: «Me mandé una macana. Perdón por la cagada«. Horas después, abrumado, se tiró al paso de un tren. El crimen no era para él. Ni se dio la oportunidad del arrepentimiento, ni planeó la negación del hecho. La culpa fue mayor y buscó una posible redención en la muerte.

A Fígola no le dio ni para aparecer como psicópata. No era su perfil.
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Cuando abrieron la bolsa, la piba estaba apenas vestida, pero su cuerpo no estaba a la vista de todos. El que disfruta de su crimen acostumbra a dejar expuesta a su víctima, sin sentir culpa, arrepentimiento o respeto por ellas. Necesita humillarlas, tanto a las muertas como a las que que quedan vivas.

Cómo queda el cuerpo, cómo la mató, cómo la atacó y cómo la controló es un primer paso para saber cómo actúa un homicida.

Así como Fígola le mandó su mensaje de disculpa al padre, reconociendo la gravedad del hecho que había cometido, otro asesino, con un perfil muy distinto, al ser descubierto por su familia, se trazó en el brazo con un cuchillo «te amo papá«, una suerte de arrebato consciente sobre la desaprobación del padre sobre sus actos y de la sociedad de que algo hizo mal. Así lo entregó su padre en una comisaría de Quilmes, al tener la certeza de que su hijo había matado a puñaladas a la estudiante chilena Nicole Sessarego Bórquez.
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Fígola no basaba su vida en una indumentaria contestataria, no deambulaba, no salía de cacería buscando a quién asesinar. Tenía su trabajo en un correo (de donde sacó la bolsa donde introdujo el cadáver de Daiana y que dio pie al inicio de la investigación) y una vida social conocida.

En su Facebook constaba que Juan Manuel y Daiana se habían conocido en el boliche Museum, y tenía tres casa (una en Palermo, otra en Villa Crespo y una tercera en Caballito). El de Villa Crespo está a 19 cuadras del domicilio de Daiana, y otro en Palermo, en Cabrera 6057, a 50 metros de la esquina en la que la joven había sido citada y donde se habrían encontrado ropa y pelos pertenecientes a la víctima.

Una mala copia de la psicopatía es Lucas Ariel Azcona, que apenas llega a ser un trastornado en su personalidad. En su proceder dejaba rastros de su identidad: no se cubrió el rostro y atacó en la calle. Demostraba cierta misoginia, elegía a sus víctimas con un perfil definido y las atacaba siempre por atrás, demostrando impulsos violentos.
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Navegando entre la neurosis y una psicopatología que está en el límite de la personalidad, con un grado de consciencia racional, sus acciones se basan en ideas delirantes y razonamientos descabellados. Las once puñaladas que causaron la muerte de Nicole el 15 de julio de 2014 en el barrio de Almagro son prueba del impulso irrefrenable del criminal.

Fígola, un hombre desesperado

El automóvil del supuesto asesino, un Golf gris, fue hallado a 300 metros de las vías del tren, y en las pesquisas al vehículo encontraron ropas femeninas, vello púbico, huellas y rastros que serán analizados.

La policía se lo entregó a su familia y luego lo volvió a secuestrar ya con la sospecha de que habría sido el asesino de Daiana.

Al mediodía del martes se le realizó una autopsia al suicida en La Matanza en la que se cotejará su ADN con un cabello hallado sobre el pubis de Daiana.

La muestra pilosa fue encontrada durante la autopsia que confirmó la muerte por asfixia por la media que le colocaron en su boca y una compresión manual de cuello.

En cuanto a un posible abuso, no había síntomas macroscópicos de abuso sexual, ni de desgarro aunque sólo vestía una blusa y unas sandalias, sin ropa interior, ni pantalón, ni short o pollera. El cuerpo también presentaba pasto en la espalda.

Tres familias fueron a la morgue a reconocer el cuerpo de sus hijas perdidas. Los padres de Daiana la identificaron.

Era el final de la angustia y el comienzo del sufrimiento.

«Hay una fuerte presunción de que cuando desaparecen mujeres y niñas puede haber un contexto de violencia de género o trata de personas y la sociedad se moviliza espantada a través de las redes sociales«, dijo Fabiana Tuñez, coordinadora ejecutiva de La Casa del Encuentro.

Emergencia Nacional por violencia de género
La Diputada Nacional (MC) Fernanda Gil Lozano reiteró la necesidad de tratar la iniciativa de declarar la Emergencia Nacional por violencia de género tras haberse conocido la lamentable noticia que confirmó el asesinato de Daiana García.

«Lo que estoy haciendo es trabajar sobre la ausencia de reglamentación de tres leyes que no se cumplen, incluso las tres leyes están reglamentadas por la mitad«, dijo ante la consulta de ARG Noticias.
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«Una es la ley de protección integral de la niñez, otra la ley marco de violencia de género y la otra la ley de trata de personas«.

«Situaciones como las de Daiana me dan una profunda tristeza, da un profundo sinsabor decir que si las cosas se cumplieran, si las leyes funcionaran y fueran reglamentadas, esto no hubiera sucedido.

No hay una conciencia a fondo sobre el uso de estas redes sociales y sobre los de citas. Se consigue cualquier cosa. Hay que tener reparos, cuidados. En otros países hay alertas. Estamos muy desprotegidos«.

La diputada cuestionó la idea del psicópata: «El psicópata no es el que genera tal cantidad de muertes violentas. Hay una idea, acá, que es la del psicópata, pero entre el gran número de femicidios no está el psicópata, sino que se trata de alguien que está al lado de ella, es alguien que algún momento la quiso».

Gil Lozano indicó que si se entra en la idea «que venden del psicópata vamos mal…. En el femicidio las matan los conocidos, y tienen tres o cuatro denuncias antes. Hay que dar vuelta estos conceptos <<mitológicos>>. Puede haber un psicópata, pero en la positividad del número hay un círculo vicioso, espiralado, que crece, donde las mujeres mueren y son tipos que no estaban locos.

«Los que trabajamos casos de violencia de género, sabemos que estas personas son parte o bien de la familia o tienen una cercanía enorme. A las mujeres las matan fundamentalmente en las casas, justamente en los lugares que deberían ser los más seguros es donde ellas encuentran la muerte.
Estamos construyendo una masculinidad muy violenta«.

«Se están gestando proyectos de violencia. Ahí el estado es el que tiene que estar detrás. Hay un desparpajo en la violencia que los hombres ejercen contra las mujeres.

No hablo de culpa del Estado, hablo de la responsabilidad del Estado»

 

http://www.argnoticias.com/sociedad/item/26998-f%C3%ADgola,-un-criminal-lejos-de-cualquier-perfil-psicop%C3%A1tico