Lo afirmó el director del Programa Educación en Contextos de Encierro bonaerense, Alberto Florio, quien contó que “los chicos descubren en estos espacios que son sujetos de derechos, de obligaciones y sobre todo que hay un mundo al que se puede ver de otra manera”. El total de los casi 400 adolescentes en conflicto con la ley penal que cumplen condena en la provincia de Buenos Aires cursan la escuela secundaria en los mismos centros donde se alojan, donde el objetivo pedagógico es lograr que recuperen el deseo de conocer. “Con condenas que van desde unos meses a 15 años, los chicos, la mayoría de ellos varones, quieren saber; ninguno se niega a concurrir a clase porque descubren que pueden sacar cosas maravillosas de sí mismos, ayudados por un docente comprometido”, dijo Florio. El educador, que tiene una amplia experiencia en el trabajo con jóvenes en situación de calle, informó que desde 2007 funcionan escuelas secundarias en los doce centros e institutos distribuidos por la provincia de Buenos Aires, donde “el alto compromiso del docente es clave para devolverles a estos chicos el deseo de conocer”. “Además de las desventajas sociales que los llevaron a vivenciar la exclusión, la marginalidad y el delito, estos jóvenes cargan con la creencia de que ya no podrán acceder al conocimiento”, explicó Florio. La escuela, para estos chicos que cumplen condena “les puede dar una nueva forma de ver el mundo, un espacio que les da la posibilidad de transformarse en algo nuevo”. A manera de ejemplo, el funcionario recordó el día en que un adolescente le dijo que “si iba o no iba a la escuela, era lo mismo. El sentía eso porque nadie estaba ahí esperando que eso ocurra. Pero cuando vuelven a recuperar ese lugar, ese espacio de dignidad y respeto vuelven a confiar”. Talleres de pintura, muralismo, fotografía, videos, charlas con artistas plásticos y escritores, y encuentros con otos estudiantes son sólo algunas de las actividades que estas escuelas ofrecen a los jóvenes privados de la libertad. Para Florio, todo lo que se haga desde los espacios educativos en contextos de encierro debe ir acompañado “de un fuerte compromiso docente, capaz de crear la empatía necesaria. El desafío es saber cómo tramitar la angustia y resolver las crisis, y para eso contamos con la palabra”. “En los contextos de encierro -reflexionó- hay que recuperar la palabra, que ha sido desvirtuada y se ha convertido en un arma de sujeción del otro. Para un adolescente que no cree en la palabra, la palabra es chamuyo que sirve como instrumento de dominación y la usa como tal. Por eso la escuela debe lograr revalorizarla”. El director del programa que depende de la Dirección General de Educación y Cultura de la provincia de Buenos Aires opinó que “hay mucho por hacer” y aseguró trabajan para que al salir en libertad estos chicos cuenten con herramientas concretas para que “puedan lograr la inclusión e integración social que perdieron”. En este sentido, uno de los desafíos “es lograr que puedan salir al mundo con más herramientas, un trabajo, una beca por un año y medio que les permita afrontar sus economías con dignidad”. Los centros de recepción y los institutos de Batán, de Abasto (La Plata) y Lomas de Zamora concentran la mayor parte de la población juvenil de la provincia.

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