Un hombre está acusado de matar a un joven a balazos en un barrio alejado del centro de la ciudad.

Entre sus argumentos la defensa plantea que momentos antes, la víctima le exhibió un arma a uno de sus hijos y le dijo que estaba buscando al hermano para ajustar cuentas.

Que el imputado reaccionó no como policía sino como reaccionaría un padre de hijos adolescentes en un barrio conflictivo.

La fiscalía podría argumentar que la reacción del imputado fue desproporcionada porque la víctima le exhibió el arma a su hijo. No le apuntó, no le gatilló, no le disparó. Y aunque así lo hubiera hecho, nada justifica el homicidio. Y que, para más datos, el hombre es policía, y debería estar entrenado para medir sus reacciones.

¿Por quién tomará partido un jurado popular?

Un jurado que es una partecita pequeñísima de la sociedad, una sociedad atravesada por el discurso de la inseguridad, un discurso de la inseguridad sostenido por los medios, medios que bien podrían haber titulado que ese fue “un linchamiento” o “un caso de justicia por mano propia”.

¿Depende el veredicto del jurado popular de la forma en que la fiscalía y la defensa relaten este hecho?

¿El veredicto del jurado popular sería distinto del de jueces o juezas profesionales? (y nos viene a la memoria el caso de este fiscal, que pidió la absolución de un policía en un caso de gatillo fácil porque ocurrió en un barrio y no en Puerto Madero).

En Neuquén al menos, de donde está tomado el ejemplo de este post, no se elije a los jueces profesionales en base a un perfil determinado.

Quienes se presentan como candidatos y candidatas provienen de determinada clase social, viven en determinados barrios, su familia está compuesta de determinada manera, y se educaron de determinada forma. Por cierto, también miran televisión y leen diarios.

Cuando se presentan a un concurso, responden a exámenes y entrevistas que no apuntan en ninguna dirección estandarizada, y cualquier ganador o ganadora de un concurso puede perder el acuerdo legislativo sin que nadie esté obligado a dar una explicación.

Los jurados populares salen de los barrios, del centro, son amas de casa, comerciantes, empleadas, tienen diferentes edades. Miran televisión, procesan la información que reciben en función de sus propias historias.

Fiscales, defensores, querellantes, saben cómo dirigirse a jueces profesionales. Es casi una charla en familia.

Pero con los jurados populares se preguntan por estas horas cómo seducirlos, o al menos, cómo no espantarlos.