¿Quién dijo que de la cárcel no sale nada bueno? La crítica se potencia en boca del Patón o Fabricio. Los muchachos, que salieron de la Unidad Penal 48 donde están privados de la libertad, lo repiten en camarines y mientras ensayan antes del show. Rimas de Alto Calibre, banda compuesta por una decena de detenidos que surgió de un proyecto del Centro Universitario de San Martín, presentó ayer en el Hotel Bauen su disco debut, compuesto y grabado íntegramente en la cárcel bonaerense. “Vinimos como artistas con la mochila de representar con nuestras letras a los 60 mil detenidos, de mostrarle a la sociedad que, si nos dan la oportunidad, se puede salir de la violencia”, explica Marcelo, otro de los integrantes del grupo. Cuatro micros rebasados de sobrinos, hijos, tíos y padres de las barriadas de José León Suárez y un pelotón de artistas y militantes por la educación intramuros abarrotaron la sala porteña.

El auditorio Abuelas de Plaza de Mayo explota de espectadores. Los efectivos del Servicio Penitenciario, sin uniforme, vigilan entre las butacas dispuestas en “U” en torno del escenario. El aplauso colectivo pide que empiece, mientras los nenes esquivan piernas para encontrar una ubicación. Todos gritan en sus asientos. “¡Vamo’ Patón! ¡Dale Alto Calibre!”, apuran. Con capacidad para unas trescientas personas, la sala quedó sobrepasada y, afuera, espera una larga cola. El secretario académico de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) saluda a la multitud. “Hoy van a escuchar, por primera vez en la Capital Federal, a una banda que cambia conceptos sobre lo que es el encierro. Lo que van a escuchar no son presos que salieron a tocar, son artistas que vienen a dejar una obra. Son personas comprometidas con la emoción, y el arte se trata de eso.”

“Se romperán las cadenas/ y mis sueños llegarán”, cantan los muchachos para abrir el recital, que dedicaron al baterista de la banda, Fabricio, que no pudo llegar porque se rompió el camión en que viajaba desde la Unidad Penal 14 de Alvear. Acordeón, guitarras, voces, percusión, rastas, camisas y corbatas, todo se mueve al ritmo de “La guajira”, primer tema compuesto por el taller de música que coordinan hace más de dos años Lautaro Merzari, Juan Pablo de Mendonça y José Lavallén, en el marco de la Secretaría de Extensión de la Unsam.

La iniciativa estaba pensada como un curso de versada latinoamericana, pero Patón –Ariel, de 34 años y preso desde los 18– llegó un día con una letra y se armó el primer tema de muchos. Cuando el proyecto crecía, Roig propuso sacar el disco, un desafío en todo sentido. ¿Cómo grabar una banda, con todos los músicos en prisión? Durante meses, los profesores viajarían con camiones cargados de equipos para hacer lo que parecía imposible, grabar la placa en el penal.

Jonathan empezó a componer en los buzones, celdas de castigo, con su hermano, el Patón. “Hoy, la sociedad escucha la palabra cárcel y te mira como chorro o asesino, como si no pudieras cambiar y, entonces, no importa qué pase adentro de las rejas. Por algo está el dicho ‘de la cárcel no puede salir nada bueno’. ¿Quién dijo eso? No es que digamos que somos un ejemplo, pero no todo es reja, tiro y cárcel. Yo nunca pensé que iba a tener una libreta universitaria, ni que iba a estar tocando en una banda de música, pero se puede. Estos temas cuentan nuestra vida.”

“Nena bolsita” es uno de los temas que más suenan del disco. Lo compuso Patón para su novia, adicta al pegamento y la artista Miss Bolivia le aportó unos versos. “Fue muy difícil vencer la carga emocional para ponerme a rimar con los chicos –relata la cantante–. Creo que haber participado es una bendición, porque la creación productiva es el camino para la sanación. En la cárcel podés comer mierda o hacer algo con lo que te pasa. Y está clara cuál fue la elección de este grupo.” En el show de ayer también participaron Nicolás Méndez, baterista de Virus; Anasol Torrixa, percusionsta de Las Manos de Fillipi, y Sergio Dawi, ex saxofonista de Los Redonditos de Ricota.

“Volar es el único modo de sobrevivir al encierro. Algunos sobrevivimos con un libro, con el estudio, con la música. Pero hay quienes sólo tienen droga”, define Marcelo Gudiño, que en junio cumplió un año fuera de la cárcel. Es guitarrista de la banda desde el comienzo del taller en 2010 y vuelve al penal una vez por semana para ensayar con sus ex compañeros de encierro. “Hay muchas cosas que decimos con estos versos. Estar en la banda te pone la mochila de ser la voz de 60 mil presos. Hablamos de pegamento y del paco, de la ausencia del Estado para ayudar a los chicos.”

“Este es un momento muy deseado, desde que empezó el proyecto, la idea era poder expresar, mostrar lo que hacíamos. Ni siquiera soñábamos poder grabar un disco en una cárcel”, cuenta a Página/12 uno de los vocalistas de la banda, Fabiano Pereira, detenido en la U48, nacido en Recife, Brasil. El disco ya es una realidad.

Informe: Rocío Magnani.

 

fuente http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-198558-2012-07-13.html