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vecino coloca su basura en la vereda de Ramón Mendoza. Ramón le toca el timbre para recriminarle la actitud. Comienza la discusión, hay gritos, luego puñetazos, participan otros vecinos y todo termina con Ramón en coma, conectado a un respirador artificial con un balazo en la nuca.

Este caso extremo de violencia vecinal, que sucedió en abril pasado en barrio Pueyrredón de la ciudad de Córdoba, seguro no nació de la nada. Alguna vez, los vecinos habrán discutido por una cuestión, luego por otra, y así sucesivamente hasta llegar al día de los disparos.

Si bien no todos los problemas vecinales terminan con tanta violencia, sí pueden provocar malestares suficientes para que la convivencia deje de ser pacífica y las personas lidien día a día con un enemigo a pocos metros del hogar. Cada vez se conocen más casos, en Córdoba y en otras provincias.

Hay una buena noticia: en la ciudad de Córdoba existen espacios, que no todos conocen, donde se trabajan estas diferencias, como el Centro de Mediación Vecinal de la Municipalidad de Córdoba. Y son gratuitos.

“Es raro que un conflicto se resuelva por sí solo. Suele ir en escala. El mayor aporte de la mediación vecinal es el de contribuir a la pacificación social”, reflexiona Susana Ramírez, mediadora de la Municipalidad.

“En una sociedad con cada vez más violencia e intolerancia, la mediación tiene una importante función preventiva”, agrega Esteban Bria, titular de la Dirección de Protección del Consumidor y Mediación Comunitaria.

Los casos que se presentan –y se solucionan– son tan variados como los tipos de relaciones vecinales. Desde molestias por el ruido y el olor provenientes de los patos, gallinas e incluso chanchos que tiene la persona que vive al lado hasta miedo a que el gran árbol del vecino se caiga en el supuesto de una gran tormenta.

¿Cuáles son las causas más comunes? Ramírez cuenta que el problema más recurrente es el de las medianeras: las humedades y las grietas de la pared divisoria, las enredaderas o árboles que pasan de una propiedad a otra. También los ruidos molestos: de animales –en especial ladridos de perros–, la música fuerte de noche y también de día.

No faltan los problemas vinculados a la contaminación, como el de los baldíos llenos de basura o la quema de esos basurales.

La dinámica es la siguiente: la persona que tiene la inquietud –el requirente– llama o se presenta al centro de mediación. Luego, el centro, a través de una notificación personal, invita al vecino –el requerido– a presentarse a una audiencia. La participación es voluntaria.

En la audiencia, a través de las intervenciones de una mediadora matriculada, los vecinos intentan llegar a una solución consensuada. A veces todo se termina en una audiencia, en otras ocasiones hacen falta una o dos más.

El porcentaje de asistencia de requeridos y requirentes es del 75 por ciento y el de acuerdo es de alrededor de 80 por ciento. Cada mes, la municipalidad toma entre 20 y 30 audiencias. El servicio alguna vez funcionó también en los Centros de Participación Comunal (CPC), pero por ahora –podría haber novedades al respecto– sólo atiende en el Centro.

Hay otros espacios gratuitos, como el de la Defensoría del Pueblo de Córdoba y la Dirección de Métodos Alternativos para la Resolución de Conflictos (Dimarc) de la Provincia.

La mediación abre un camino de diálogo que puede evitar, además, problemas futuros. También es una buena vía para tratar de llegar a una solución pacífica, gratuita y rápida y así evitar la potencial vía judicial, que lleva tiempo, dinero y dolores de cabeza.

 

http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/la-mediacion-como-elemento-para-evitar-conflictos-mayores