
Portar un arma reglamentaria fuera del horario de servicio
es una práctica habitual engañosa: promete seguridad pero solo ofrece riesgo. Un riesgo concreto, evitable y —demasiadas veces— irreparable.
Un policía fuera de servicio actúa sin respaldo operativo y control institucional inmediato. No hay coordinación. No hay contención.
Es solo un arma cargada en un espacio público que no protege: expone.
Expone al agente. Expone a terceros.
Desde la Asociación Pensamiento Penal entendemos que se debe
restringir la portación de armas al horario de servicio.
Cuidar no es debilitar. Es proteger a toda la sociedad,
incluyendo a las fuerzas policiales.
La seguridad no se construye con discursos demagógicos ni defensas corporativas. Se construye con prudencia, profesionalismo y responsabilidad institucional
