s conceptos no sólo han permitido plantear nuevos aires en materia de Derecho a nivel mundial. Son, en definitiva, la concreción de un cambio en la manera de ordenar los Estados, desde la revalorización misma de cada ciudadano.

Sostiene de hecho, que para que no haya delitos hay que empezar por aplicar políticas que garanticen los derechos humanos fundamentales y defiende por encima de todo la dignidad, la libertad, la vida y la igualdad de las personas.

El jurista italiano Luigi Ferrajoli es considerado el «padre» del garantismo a nivel internacional y ha realizado a lo largo de su trayectoria numerosos aportes a la Teoría del Derecho y la Democracia.

Llegó el jueves por la tarde a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, recibió por parte de la institución el título de Doctor Honoris causa por parte de las autoridades (el rector Daniel Pizzi y el decano de  esa unidad académica, Ismael Farrando) y brindó una charla en el marco de una maestría.

Antes de ingresar a la sala donde cientos de estudiantes y profesionales del derecho lo aguardaban, Ferrajoli compartió sus saberes con Los Andes.

«Establecer los derechos humanos fundamentales es una cosa muy seria, no puede ser una simple promesa», destacó para explicar su teoría que por momentos él mismo considera «utópica».

Es que desde su punto de vista es justamente el Estado y la legislación quienes deben velar por  garantizar que ningún ciudadano tenga carencias. Y para eso, detalló, es necesario aplicar políticas tendientes por un lado, a prevenir el delito (en lugar de endurecer las penas) y a combatir la corrupción  y el crimen organizado, por el otro.

Ferrajoli sostiene que el garantismo es un modelo teórico que antepone por sobre todo al Derecho Social. Lo cita, incluso, como «la otra cara del constitucionalismo» y sostiene que la aplicación del derecho penal mínimo implica la existencia de un derecho social máximo.

Esto significa, que en la medida en que exista una garantía en el cumplimiento de los derechos humanos (acceso a la salud, educación y empleo, entre otros), esto permitirá, por ejemplo, prevenir los delitos.

Por eso, el teórico del derecho  destaca la necesidad de que exista una complementariedad entre las políticas sociales con las de seguridad.

– En América Latina, ¿están garantizados esos derechos?

– Ni en esta región ni en ninguna parte del mundo están totalmente garantizados. Se puede hablar de un mayor o menor grado de garantismo. América Latina tiene un nivel de garantía de derechos menos avanzado que  Europa.

– ¿Qué riesgos representa esa situación?

– Los principales peligros residen en la existencia de una legislación caótica y la existencia de un populismo penal. Esta es una política muy fácil que ayuda a secundar el miedo, con la ilusión de eliminar la delincuencia aumentando las penas. Esto genera solamente un efecto ilusorio.

– ¿Qué herramientas es necesario poner en marcha para prevenir los delitos?

– Se requieren políticas sociales y políticas no penales. Los delitos son la consecuencia de la falta de instrucción, el desempleo, la pobreza, la exclusión y la miseria. La falta de espíritu cívico está directamente relacionada a la  no garantía de los derechos sociales. En nuestra sociedad, para subsistir es necesario tener un empleo y esto no siempre está garantizado.

Lejos de criminalizar la pobreza, Ferrajoli considera que los principales factores de criminalidad  son la corrupción  y la impunidad. Ejemplifica que un mecanismo para evitar que haya homicidios es implementar políticas que prohíban el uso de las armas por parte de la población.

«En el mundo existen 480 mil homicidios cada año, el 90 por ciento con arma de fuego», argumentó y detalló que hoy es posible comprar armas sin ninguna limitación.

 

http://www.losandes.com.ar/article/luigi-ferrajoli-para-que-no-haya-homicidios-hay-que-prohibir-las-armas