Doce ciudadanos mendocinos comunes fueron los encargados de decidir si una mujer procesada por homicidio culposo debía ser condenada o absuelta. Crónica de una jornada digna de una película de Hollywood.

Un juez, un fiscal, una acusada, un abogado defensor, testigos, un jurado compuesto por doce ciudadanos comunes, y una sala atenta a las palabras de cada uno de ellos. No es una película de Hollywood ni tampoco un tribunal de Estados Unidos. Es, nada más y nada menos, el juicio que se pudo presenciar esta tarde en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo.

La acusada y su abogado defensor.Siete mujeres y cinco hombres mendocinos estuvieron encargados de juzgar si la procesada, era inocente y culpable del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.

Para tranquilidad de la acusada, el juicio era sólo un simulacro. Y para tranquilidad de la ciudadanía, tanto la mujer como los testigos de los hechos, eran estudiantes de teatro. Sin embargo, el caso era real y sucedió hace algunos años en Trelew, provincia de Chubut.

En el caso de los otros protagonistas, todos desempeñaron el mismo rol que en la vida real: el juez fue Mario Alberto Juliano (se desempeña en Necochea), el fiscal cordobés Marcelo Altamirano y el abogado defensor Pablo Gabriel Salinas.

El caso

El 3 de marzo de 2011 al mediodía, Tamara Peña mató a su pareja, Manuel Gómez, de 40 años, de un balazo. De eso nadie tenía dudas. La gran pregunta era: ¿fue en defensa propia o no? Durante todo el juicio, tanto el fiscal como la defensa intentaron demostrar las dos hipótesis.

El cartero, uno de los testigos del caso, declara.Para ello declararon varios testigos que fueron intensamente interrogados por ambas partes. Ellos fueron:

El detective del caso, que estuvo en la escena del crimen y que recibió, por parte de la acusada, el arma homicida. El cartero que encontró a Manuel muerto y avisó al portero del edificio para que llame a la Policía. Además, este hombre había tenido varias conversaciones con el fallecido y lo conocía porque le entregaba correspondencia regularmente. La jefa de la acusada, que estuvo con ella el día del asesinato, pudo notar los cambios en el comportamiento de Tamara durante ese día y las jornadas previas, la vio llorar, la escuchó hablar por teléfono, etc. El encargado de un bar en el que la pareja fue vista y protagonizó determinados incidentes.

Además, se presentaron varias pruebas, entre las que se incluían fotos de la escena del crimen y objetos de gran relevancia en el caso.

La acusada también tuvo su oportunidad de brindar declaración y contar, a puro llanto, el martirio al que fue sometida por su ex pareja, alegando violencia de género en reiteradas oportunidades e intento de abuso sexual.

El fiscal se dirige al jurado.Pero el fiscal insistía y con contundentes pruebas, demostraba la debilidad de muchos de los argumentos de la defensa.

Las dos horas de debate fueron escuchadas con atención por los doce mendocinos que debían luego decidir, en base a todo lo expuesto, el veredicto absolutorio o condenatorio.

Concluido el debate y los alegatos finales, el jurado se tomó media hora para debatir. Para declarar a la acusada inocente, debían tener la mayoría simple. En cambio, para declararla culpable, al menos diez de ellos debían mantener esa postura, tal cual les informó el juez.

Finalmente, el jurado volvió a la sala y anunció su decisión: inocente.

Una modalidad que existe en el país

Actualmente, y desde 2005, esta metodología de juicio se realiza en diez de las once cámaras que hay en Córdoba. Por año, hay aproximadamente 200 juicios por jurado en esa provincia.

“En Córdoba se está aplicando con ocho ciudadanos comunes y tres jueces técnicos. Vale decir que el pueblo siempre tiene mayoría en las decisiones judiciales. Se aplica en los delitos más graves, todos aquellos que tienen pena de prisión perpetua, y en el homicidio en ocasión de robo que tiene pena de 10 a 25 años”, contó a SITIO ANDINO el fiscal Marcelo Altamirano, que interviene en este tipo de juicios en Córdoba.

El fiscal interrogando a otro de los testigos.El jurado se elije por el sorteo del 1,5% del padrón electoral y es obligatorio participar. “Al principio la gente se siente molesta porque se los saca de sus actividades cotidianas. Pero una vez que la persona pasó por un juicio, le cambia 180 grados y no solo sale con otra imagen de la Justicia, sino que quiere volver a ser jurado”, agregó Altamirano.

A partir de esta experiencia que ya lleva varios años en la provincia vecina, el fiscal aseguró que “ha mejorado notablemente la imagen de la Justicia en la ciudadanía; la ha democratizado. Y ha dado óptimos resultados, ya que todas las sentencias han sido confirmadas por los tribunales superiores, salvo una que fue modificada en una cuestión técnica, pero se mantuvo la decisión del jurado”.

Estos simulacros se están realizando en varios puntos del país, con el objetivo de capacitar a todos los operadores judiciales y, a través de la ONG organizadora “Asociación Pensamiento Penal”, se busca que este sistema se implemente a nivel nacional.

Las perlitas del juicio

A los 20 minutos de comenzado el debate se escuchó el primer ¡Me opongo! de parte de la defensa, que no fue concedido por el juez. El alegato (discurso final antes que el jurado decida el veredicto) del abogado defensor fue casi interrumpido unos segundos porque comenzó a sonar el celular de una miembro del jurado, que se levantó porque no podía silenciarlo. Tras definir la sentencia, tres miembros del jurado se perdieron en el camino y no volvieron a la sala del juicio ni presenciaron la lectura del veredicto. El fiscal y el abogado defensor continuaron discutiendo una vez anunciado el veredicto. En el juicio real de este caso en Trelew, los jueces técnicos encontraron a la acusada culpable y la condenaron a 15 años de prisión. En cambio, en todos los simulacros realizados, fue absuelta por el pueblo.

Fuente: http://m.sitioandino.com/nota/34077-el-jurado-declara-a-la-acusada/