“El documento en sí me satisface, misión cumplida, podría ser un texto inspirador para los países hermanos porque no hay muchos modelos en América latina. Esto es lo hecho, lo demás queda en manos de otros, es un test de la política”, dijo anoche Raúl Zaffaroni, ministro de la Corte Suprema, al referirse al borrador de la reforma del Código Penal. “Si ya hay un momento de madurez suficiente para hacerlo se discutirá y se trabajará, supongo que los legisladores harán su trabajo sobre este documento. Tampoco estoy absolutamente convencido de que no hayamos incurrido en errores, habrá cosas opinables, pero modestamente creo que este documento que hicimos los cinco, que pensamos distinto y venimos de diferentes lugares, mejora bastante el texto de 2006, de modo que habría una línea de proyectos que es parecida”, agregó en referencia a las anteriores iniciativas surgidas a partir de 1983.

Zaffaroni –de guayabera blanca y ovacionado al subir al escenario cual estrella de rock– había llegado a la Biblioteca Nacional poco después de las 20 para participar del panel sobre el Proyecto de Reforma del Código Penal ante el Punitivismo Neoliberal, organizado por el Movimiento Evita, cuyos referentes explicaron que estaba planeada desde diciembre, pero agradecieron “al diputado Sergio (por Massa) que nos garantizó semejante concurrencia” con sus cuestionamientos al anteproyecto.

“El Gobierno está bajo acecho, por eso hay que redoblar el compromiso”, dijo el escritor Horacio González, director de la Biblioteca, al abrir la charla. Tras elogiar la calidad y pluralidad de los juristas que conformaron la comisión redactora del borrador de la reforma, llamó a defenderlo de las malas interpretaciones. “Esta reforma no está al servicio de la delincuencia, como se ha dicho. Un conjunto de leyes avanzadas, que piensen la pena a escala humana, pueden iniciar procesos de transformación importantes. Argentina está madura para tener leyes como la despenalización del aborto o aquellas como las que reconocen la condición social de la propiedad, pero este proceso de discusión está en peligro por la insólita, absurda, infundamentada y procaz opinión de muchos políticos, que acusan de ser garantistas sin saber qué es eso, y son necedades que el país no se merece”, apuntó González. Y dio paso a Miriam Medina, la mamá del joven asesinado Sebastián Bordón. “Luego del asesinato de mi hijo, yo no creía en nada, pero Néstor Kirchner nos hizo volver a creer, la Justicia que mira para otro lado que sepa que las madres la estamos acompañando, hay referentes de derecha que traicionaron este proyecto y hoy se creen paladines de la Justicia sosteniendo la mano dura contra nuestros pibes”, dijo, y fue aplaudida. “Hemos aprendido a leer política, y nos definimos a favor de los que menos tienen, de la Presidenta y vamos a estar para lo que falta hacer”, agregó.

Luego habló el diputado del Frente para la Victoria Leonardo Grosso, quien acusó a Massa de practicar el “oportunismo y la politiquería barata para sacar rédito boicoteando una iniciativa antes de tiempo porque su objetivo es que todo siga igual”. Grosso defendió la reforma del Código Penal para que recupere coherencia, que ahora le falta “dado que establece una pena mayor para quien secuestra a una embarazada o un menor, que para quien los mata”. Según dijo, los militantes barriales hablan hoy del Código porque “la militancia nos hizo cruzarnos con que nuestros pibes son asesinados por la policía, las enfermedades sociales son penadas por la ley en vez de ser abordadas por políticas de Estado para la prevención, y eso que hace la policía es convalidado por la Justicia”.

Tras el diputado tomó el micrófono el dirigente Hugo Yasky, para quien “el movimiento popular está viviendo avances extraordinarios, porque las clases dominantes nos quieren hacer creer que hagamos lo que hagamos siempre estamos en el mismo inodoro lleno de mierda”. Para el sindicalista docente “no hay que regalarle a la derecha la preocupación por la seguridad, los pibes que roban pagan con una bala en la cabeza y hay que discutir eso, queremos un sistema de leyes que sea capaz de construir una sociedad en base al respeto a la persona humana, tenga o no tarjeta de crédito, la piel oscura o clara”. Y agregó que “indigna que algunos personajes vengan a bastardear una discusión tan necesaria, pero aparte de su mirada de vuelo bajo, esta gente no se maneja por ignorancia, sino con un ejército de encuestadores, para reproducir ese sentido común moldeado por los grandes medios que estigmatiza a los más vulnerables de la sociedad, y desde ahí hablan sin vergüenza”.

A su turno, Zaffaroni arrancó su largo discurso “bajo la advocación de Eva Perón, en estos días que pasan cosas raras”, en alusión al homenaje a las grandes mujeres del PRO que incluía a quien fuera pareja de Adolf Hitler, Eva Braun. “No es que sean nazis ideológicos, la admiración viene de que Hitler fue el máximo marketinero de la historia, es una concepción de la política como marketing”, apuntó el jurista. Zaffaroni afirmó que “lo que tenemos no es un Código, sino una cosa amorfa, sin coherencia, y de hecho lo que destruyó la coherencia del Código es precisamente el marketing político, es decir, pasaba tal cosa se sancionaba una ley, pasaba otra, se sancionaba otra ley, pero esto responde a una impronta mundial”. Luego explicó que en realidad hay dos modelos de sociedad, el de la mano dura y excluyente, como el que publicita el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, o uno incluyente y con cárceles vacías, como el de Suecia. “Como no podemos copiar tal cual ninguno hay que tomar la decisión política de a cuál nos queremos aproximar”, sentenció, pero relativizó la influencia de un Código Penal en esto porque “un Código Penal es una ley, un deber ser, no hay que confundirse, no hay que caer en la idolatría de la ley, los medios nos quieren vender que con el Código Penal se va a controlar la frecuencia delictiva, pasó Blumberg y la frecuencia delictiva sigue”. Según precisó, “un código ordena y evita sentencias contradictorias, que corran el riesgo de dejar adentro a alguien que tiene que estar afuera o viceversa, algo que ahora sucede todo el tiempo”.

Ante el atento silencio del público que desbordaba el auditorio Borges de la Biblioteca, Zaffaroni enumeró las numerosas sinrazones de ser del actual Código Penal. “El Patronato (de liberados) es una tercerización de servicios pagándole a una sociedad civil, que no controla nada”, describió. “Las escalas penales luego de la reforma Blumberg son una locura total, van de un mes a 50 años, por eso una mechera de tienda condenada por 25 hurtos puede ser sentenciada a una pena en ese abanico; los bienes jurídicos están todos mezclados, la propiedad y la libertad están por arriba de la vida, no hay proporcionalidad entre la pena y la gravedad del hecho”, agregó el juez de la Corte. Respecto de la situación carcelaria, dijo que “es inaceptable fabricar delincuentes”, y defendió la iniciativa de las penas sin prisión pero con un “cuerpo eficiente de ejecutores, inspectores y asistentes como funciona en los países anglosajones”. También detalló que en el borrador presentado a la Presidenta trabajaron en un artículo, el 41, que obligaría a los jueces a fundamentar la elección de la cantidad de años con que sentencian a un condenado, algo que ahora no sucede.

“La comisión retoma la tradición argentina en materia de legislación penal que siempre estuvo vinculada con la política de cada momento”, dijo Zaffaroni. Y detalló la historia de las modificaciones en materia de legislación penal. Uno de los aplausos se produjo cuando dijo que “Perón nunca tocó el Código Penal ni se le ocurrió ni necesitó agravar penas, sólo reformó el Servicio Penitenciario y cuando le dijeron que había cada vez menos presos respondió que era porque había más trabajo”. La finalidad de su relato era concluir que “todos los movimientos políticos populares caminaron por una codificación racional, ninguno cayó en las tentaciones de este posmodernismo vindicativo de represión que estamos viviendo, ni los conservadores”. Y finalmente elogió las reformas realizadas durante los primeros años de la democracia.

 

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