Quince oficiales de la policía rosarina son investigados a partir de una denuncia anónima recibida en una fiscalía que los vincula con la recaudación ilegal proveniente del narcotráfico. En el texto también se acusa a los uniformados de estar involucrados en el robo de vehículos y su posterior desguace en desarmaderos ilegales.

Además, en la presentación se hace referencia a dos homicidios ocurridos en los últimos meses: el del suboficial Carlos Honores y el de Carlos Fajardo en los que, según la denuncia, estuvieron involucrados efectivos de la Unidad Regional II. El sargento ayudante Honores —trabajaba en la sección Sustracción de Automotores— fue baleado el 5 de enero pasado, cerca del cruce de Circunvalación y 27 de Febrero, y falleció tres días después en el Hospital de Emergencias. A su vez, el 26 de diciembre pasado Fajardo, de 36 años, fue encontrado con dos disparos en la cabeza, las manos atadas y escondido en el baúl de su auto estacionado en la ruta nacional 9, en jurisdicción de Carcarañá. En su momento trascedió que el hombre asesinado era un comerciante, pero en el escrito que llegó a manos de la Justicia lo vinculan con el tráfico de drogas.

Con videos. En febrero pasado el fiscal de Cámaras Guillermo Camporini recibió en su despacho del tercer piso de los Tribunales provinciales un sobre dirigido a su nombre en el que había un texto escrito en una computadora y dos DVD en los que supuestamente se hace referencia a la sustracción de vehículos. En el escrito, según contó el fiscal Nº3 Carlos Cobani, a cargo de la investigación, se detallan las identidades de los quince oficiales con rango de jefe que protegerían a personas vinculadas con el tráfico de drogas a cambio de dinero. A su vez, los DVD son filmaciones caseras. En una de ellas aparecen tres hombres en el interior de un auto. «Los ocupantes hablan de operaciones de compraventa de autos y uno de ellos registró las imágenes. Se presume que conversan de una maniobra ilícita, pero no aparece a priori un delito determinado. Además, no aparece mencionado ningún policía», explicó Cobani.

El fiscal señaló que, al mencionarse la cuestión del narcotráfico envió copias a la Justicia federal, que es el ámbito oficial para investigar ese tipo de delitos. El funcionario también dijo que se le dio intervención a la sección investigaciones patrimoniales de la Dirección de Asuntos Internos para que realice una pesquisa. «Si hay participación en actividades ilícitas del personal policial necesariamente va haber enriquecimiento ilícito. Por eso se le dio intervención a Asuntos Internos para que se haga un cotejo de bienes», explicó.

El día que el fiscal Camporini recibió el anónimo no estaba de turno y entonces la giró a la fiscal de Cámaras Nº2 María Eugenia Iribarren. A su vez, la funcionaria remitió el texto al fiscal Cobani y desde el 5 de marzo la denuncia es investigada por el juzgado de Instrucción Nº5, a cargo de María Luisa Pérez Vara.

Quién, cómo y cuánto. En el texto anónimo se hace referencia con nombre y apellido a personas vinculadas con el tráfico de estupefacientes, a un alto jefe de la policía provincial y a una camarista del fuero federal. También se explica cuáles son los montos de la recaudación ilegal del narcotráfico. «Por los quioscos de drogas que hay en la ciudad se recaudan entre 10 mil y 100 mil pesos por mes. A su vez, tributan unos 2 mil pesos mensuales a las comisarías. Además, como parte del arreglo (con los policías) los quioscos son manejados por menores para que puedan salir en libertad», se dice en la denuncia.

El crimen de Honores despertó suspicacias en el ámbito político así como en el seno de la propia fuerza en virtud del costoso vehículo en el que se desplazaba el sargento: una camioneta Toyota Hilux doble cabina que, según indicó la Unidad Regional II, estaba a nombre de un comerciante que se presentó como amigo del suboficial asesinado.

El relato oficial señaló que el policía fue mortalmente herido de dos balazos calibre 9 milímetros cerca del cruce de 27 de Febrero y Circunvalación cuando estaba al volante de la Toyota y los balazos le ingresaron por la zona intercostal derecha, con orificios de salida del lado izquierdo. Al parecer, los disparos lesionaron seriamente el bazo, el colon, los intestinos y el hígado de Honores, quien quedó mortalmente herido.

El 5 de enero pasado, Honores estaba de franco en su casa del barrio Antártida Argentina (zona oeste de la ciudad) cuando recibió un llamado telefónico y, tras ello, se dirigió a la estación de servicios de Circunvalación y 27 de Febrero. Compró cigarrillos y volvió a subir a la camioneta con la cual recorrió unos metros y estacionó sobre la colectora de la avenida. Allí se encontró con al menos un hombre y fue baleado luego de una discusión. Al suboficial lo dejaron en el lugar y los agresores huyeron en la camioneta que horas después apareció incendiada. En su interior se hallaron calcinadas dos armas de fuego: una pistola calibre 9 milímetros que era el arma reglamentaria del policía y un revólver calibre 32.

Sin embargo, en el texto anónimo se cuenta otra versión del hecho y se lo relaciona con el crimen de Fajardo, descubierto el 26 de diciembre a la noche en Carcarañá. «Fajardo era un vendedor de droga. Lo secuestraron y le pidieron dos millones de dólares como rescate. Los que estuvieron en este asunto fueron Honores, un policía en disponibilidad, un ex comisario y los dos tipos que después mataron a Honores» y están prófugos. «Honores era el encargado de retirar el dinero, pero al parecer no recibió la suma exigida. Entonces decidieron matar a Fajardo, pero antes lo torturaron», dice la misiva.

Con el dinero en su poder, los hombres se subieron a la camioneta Toyota Hilux y, luego de recorrer un trayecto, se inició una discusión entre Honores y otra persona por el reparto del dinero. «Al tipo que discutió con Honores le molestaba que la policía se llevara tanta plata», aparece en el texto anónimo.

«Torturado hasta la muerte»

La denuncia recibida por el fiscal de Cámaras abunda en descripciones sobre los vínculos de jefes policiales y vendedores de drogas. Los nombres mencionados son muy conocidos para quienes saben detalles de ese submundo. De lo más impactante del relato es el vínculo trazado entre los crímenes del presunto traficante Carlos Fajardo, ocurrido el 26 de diciembre, con el del suboficial Carlos Honores, asesinado diez días después.

El texto indica que Fajardo fue secuestrado y torturado hasta la muerte por tres personas: D.H (vendedor de autos), M.F.(ayudante del primero) y A.B. (ex policía en disponibilidad). El motivo fue sacarle una alta suma de dinero y drogas. Afirman que su cuerpo lo dejaron en Carcarañá «previo acuerdo policial».

El anónimo indica que la conexión policial local con el crimen era Honores. ¿Por qué? Según el texto Honores sabía que D.H, M.F. y A.B. habían matado a Fajardo y fue a reclamarle a estos parte del dinero que le habían sacado a la víctima. La tarde del 5 de enero Honores fue con su camioneta a encontrarse con D.H, M.F. y A.B. Este último se negó a darle el dinero que pedía Honores ($ 700 mil) por parecerle mucho. La discusión, dice el anónimo, se zanjó cuando A.B mató a Honores.

El anónimo dice que D.H y Honores esa tarde se comunicaron con un Nextel de la Sección Automotores cuyo número provee. D.H, M.F. y A.B. están actualmente inhallables porque, dice el texto, tienen sentencia de muerte.

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/policiales/Investigan-a-15-jefes-policiales-por-arreglos-economicos-con-narcos-20120405-0025.html