Rossana Reguillo es una antropóloga mejicana, doctora en Ciencias Sociales e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias. Reconocida internacionalmente es referente obligado por sus trabajos sobre las culturas juveniles. La semana pasada estuvo cuatro días en Córdoba dictando un curso de la Maestría en Comunicación y Cultura, del Centro de Estudios Avanzados que dirige María Cristina Mata. Este es un fragmento del diálogo que mantuvo con Día a Día.

–Aquí hay quienes pretenden decir que la situación del narcotráfico en Argentina se asemeja a la de México. ¿Qué diferencias reconoces vos entre uno y otro país?
–No hay punto de comparación. Las diferencias son absolutamente radicales. En primer lugar la ausencia de una estructura de grandes grupos, reconocibles e identificables, que son los que controlan no solamente la venta en los mercados locales, sino que además controlan las rutas de tráfico y que manejan ejércitos completos con un poder paralelos al ejército mejicano. Eso no se ve acá. Pero, más allá de las diferencias formales lo fundamental son los niveles de violencia. Tu no ves aquí cadáveres decapitados o mutilados todos los días. No han tenido “narcofosas” como se llaman allá. En el fondo, la diferencia es nuestra cercanía con Estados Unidos. Es un despropósito comparar México con Argentina.

–¿Cuál será la razón por la cual grupos políticos y sectores sociales tratan de instalar ese discurso? ¿A quién le sirve eso?
–Para instaurar un poder. Para generar estrategias que permitan ganar elecciones, fundamentalmente. Pero en el caso argentino esto se empezaba a ver en el 2001, cuando llegó a la jefatura de la Policía Bonaerense Amadeo D´Angelo, que planteó cerrar las villas miserias para impedir que salgan los delincuentes. Es decir: una concepción muy delirante de la Policía y la Seguridad. Si tu logras instaurar socialmente esa “sensación térmica” de que el caos está por venir, te acercas a tu objetivo. Todas estas movidas tienen como fin generar miedo, pánico social, generar la respuesta favorable para imponer proyectos de mano dura, instaurar controles policíacos y militares. Imponer un proyecto que excluya a aquellos diferentes o que no son afines al proyecto de estos grupos. Por eso funciona y por eso hay que combatirlos.

–¿Y cómo se combate eso?
–Ustedes tienen una enorme ventaja. Instituciones intermedias, grupos de Derechos Humanos, grupos que combinan investigación teórica con trabajo analítico y académicos comprometidos con la práctica de los movimientos sociales. Esos grupos los tienes peleando y a veces ganando casos que evitan la criminalización de ciertos grupos sociales como sectores marginales, pibes chorros, peruanos, bolivianos, etc.

–¿Podemos hacer más?
–Primero hay un trabajo directamente político. Estos grupos deben saber que ya no estamos dispuestos a tragarnos sus mentiras. En segundo término es necesaria la construcción de contra-relatos. Es decir que a cada relato apocalíptico o atemorizante hay que oponerle otro que sea cuidadoso, con datos, cronicado y que recupere la voz múltiple de mucha gente. Por último es necesario un tercer nivel que pasa por la formación académica de periodistas y de gestores de la comunicación y de gestores de Derechos Humanos.

– A comienzos del siglo 20 las teorías de Césare Lombroso vinculaban el perfil de los delincuentes con su aspecto. Estoy trabajando sobre las cárceles y encuentro que aquellas teorías tienen puntos en común con las estrategias que hoy llenan las cárceles de jóvenes.
– Lombroso nunca se ha ido. En las academias de Policía de América Latina el libro de Lombroso El hombre Delincuente, sigue siendo un libro de texto con el que se enseña a los policías. Sin embargo, es importante ver que ante la crisis de sentido del siglo XXI muchas de las ideologías del siglo XIX y XX regresan de manera espantosa. Y ese es el caso de la teoría del hombre criminal lombrosiano, que es una construcción sumamente perversa que usa la palabra ciencia, para justificar el exterminio, la reclusión y la criminalización de ciertos grupos sociales. Lo que no se dice es cómo Lombroso construyó su teoría. Resulta que él iba a buscar casos extremos para comprobar que el delincuente tenía cabeza de judío o nariz de gitano, pero la perversidad del modelo es que esa gente estaba internada no por ser delincuente, sino por ser diferente.

– ¿Cuánto habrá de esto en el Código de Faltas, cuando la Policía sale a buscar gente que tiene un “perfil” que creen delictivo?
–Claro. Lo más grave del caso es que el código de faltas también está vinculado al nazismo. En el ABC de la raza aria, los maestros alemanes enseñaban a los niños a descubrir la mirada perversa en los ojos del judío. Entonces ese niño debía aprender a detectar dónde había maldad, en tanto el malo era siempre el portador de un cuerpo judío. El Código de Faltas tiene una lógica espantosa y punitiva. Se ve en la figura del merodeo, una estupidez del tamaño del mundo que viola todas las garantías individuales universales; o en el castigo a la negativa a identificarse, cuando estás a unas cuadras de tu casa ¡Ni que estuviéramos en dictadura! O en la figura del escándalo… ¿Cómo mides quién escandaliza y quién no, no? En fin, me parece que son estrategias de poder policíacas y gubernamentales que tienen como fin no entrarle a los problemas de fondo y la consecuencia es una exclusión y una persecución sobre los jóvenes en concreto y estos jóvenes de sectores precarizados.

– Políticos de Argentina proponen, para acabar con la inseguridad, sacar el Ejército a la calle.
– No tengo que decir nada porque ustedes ya saben lo que ello implica. Pero le diría que se haga examinar por un psicólogo. Es evidente que ante el desastre en el que están nuestras economías, aunque Argentina ha mejorado mucho, la única estrategia para combatir la inseguridad además de las labores de inteligencia, es la política social. La recuperación del estado y su brazo social. Seguridad, salud, educación, empleo. Eso es una estrategia contra la inseguridad. Lo demás es una entelequia, es un delirio y es un afán de acabar con aquello que no se entiende y que, además, aparece peligroso.

 

Fuente: http://argentina.indymedia.org/news/2011/06/783073.php