La responsable de Diario Femenino, el portal digital dedicado a la cuestión de género, pidió que los y las funcionarias, las autoridades ejecutivas y judiciales revisen sus prácticas y aclaró que no alcanza con un buen discurso: “tenemos sobrados ejemplos de gente que discursivamente es impecable” pero eso “no te asegura excelentes intervenciones”, indicó Lenny Cáceres.

En diálogo con Plan B Noticias la responsable editorial del portal Diario Femenino cuestionó a las autoridades provinciales y municipales pero rescató el trabajo de los equipos técnicos. Solicitó mayor presupuesto para una política más efectiva a la hora de la intervención.

– ¿Cuál es tu opinión sobre las situaciones generadas en torno al femicidio de Zulema Liek?

– No me resulta fácil opinar al respecto. Hay varias cuestiones que se deberían tener en cuenta y que no pude ver que se tuvieran. De lo que sí estoy segura es que esto no se puede transformar en una lucha de egos, de dueños de la verdad y mucho menos en pujas político partidarias. Es una falta de respeto, no sólo a la víctima sino a todas las personas que padecen violencia.-

¿Estuviste presente en la movilización?

– No, porque no me encontraba en la provincia pero sí adherí y acompañé, de manera virtual se podría decir. Lo manifesté públicamente al grupo de personas que organizaba la actividad. Claro que mi objetivo no hubiera sido ni es ir por la cabeza de nadie; la “caza de brujas” no es mi estilo de trabajo, de vida ni algo a lo que adhiera.

– ¿Y cuál es tu postura?

– Tengo más de 20 años trabajando en la temática, estudié, me capacité mucho para intervenir en situaciones de violencia y puedo decir que el abordaje no es tan fácil ni lineal. A pesar de la existencia de protocolos de intervención, no existen recetas mágicas ni moldes prefabricados. Hay que conocer en profundidad el tema, básicamente conocer el ciclo de la violencia y el perfil, tanto de la víctima como del victimario. Ojo, con esto no estoy justificando nada ni protegiendo a nadie. Que se interprete bien.

De todas maneras, nobleza obliga, trabajando en el tema articulo permanentemente tanto con el área o áreas provinciales de abordaje como las municipales y no sólo de la ciudad de Santa Rosa. Sería muy necia e injusta si dejo de reconocer el tremendo trabajo que llevan adelante los equipos tanto provinciales como municipales. Profesionales formadas, comprometidas y que día a día se la juegan en situaciones tremendas. Acá parece que algunas y algunos despiertan ante la muerte, ante el hecho consumado pero desconocen absolutamente la ardua tarea diaria que realizan. Obvio que no todo está bien, que no debe morir una sola mujer más y debemos trabajar todas y todos, juntos, para eso. Que se necesitan cambios y es lícito que se reclamen, pero estos cambios son estructurales y profundos. Me pregunto e interpelo a quien lea o le interese debatir el cómo revertimos esto. ¿Qué cambiamos o mejoramos yendo por la cabeza de alguien? De alguien que no tiene poder de decisión, que ocupa un cargo en una municipalidad chiquita de una de las provincias más chicas del país. Me parece un despropósito, una lucha que pasa por otros intereses y no aporta en nada al flagelo que pretendemos erradicar. Lo siento si alguien no coincide pero lo veo como una forma más de violencia, de violencia de género.

– ¿Si pensás de esa manera por qué decís que adheriste y de estar en la ciudad hubieras asistido a la movilización?

– Justamente por esto que acabo de decir, porque son necesarios cambios profundos y esto sí le cabe a nuestras autoridades provinciales, y nacionales, a las que tienen el poder de decisión, las que designan el presupuesto. Recursos económicos y recursos humanos. En ese caso reclamo y me manifiesto en lucha permanente. La militancia social, y sobre todo en materia de derechos de las mujeres ha aportado mucho, muchísimo. No voy a descubrir la pólvora ni decir nada nuevo pero cualquiera sabe que para ver el interés de los Estados en determinado tema basta mirar los recursos (económicos y humanos) que designa a las áreas intervinientes y la manera en que lo hace.

La manifestación es necesaria, es fuerte y puntual como reclamo y para despertar a una sociedad que guste o no, también es (somos) responsable/s de aquello que pasa. Ahí sí estoy presente.

– ¿Estás de acuerdo con lo que dijo Montañez?

– No, para nada. Ella deberá revisar lo que dijo, por qué lo dijo y hacerse cargo, pero por los dichos de Fabiana (Montañez) no podemos tirar abajo un muy buen trabajo que se está llevando adelante y mucho menos desmerecer a un equipo de trabajo que se compromete e intenta mejorar y crecer día a día. Tampoco nos confundamos, tener un buen discurso no te asegura excelentes intervenciones. Tenemos sobrados ejemplos de gente que discursivamente es impecable… para la platea o para estar en la plana de los diarios. No minimizo lo dicho por Montañez, pero tampoco me parece que la cosa pase solo por ahí. Si así fuera imagínate que fácil, estaríamos salvadas y no habría un solo caso más de violencia en la ciudad. Mirá que simple… Lamentable y dolorosamente no es así.

– ¿Por dónde crees pasan entonces la soluciones o las formas de arribar a ese cambio estructural  que mencionás?

– Por muchas partes: Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Salud, Educación. Sobre todo educación y en este caso sí me permito generalizar. En tantos años de trabajo y con alarmantes estadísticas sobre el crecimiento de los femicidios no hemos logrado que se incluya en la currícula universitaria Género y Violencia como materias en la formación de profesionales; también en la escuela de policía; –muchos menos comenzar a educar a edad temprana-. Volviendo a lo profesional, en ninguna carrera existe esta formación como parte o inherente a su profesión, las y los profesionales que se capacitan en estos temas lo hacen personalmente y pagando. Por ejemplo, si no formas abogados/as sensibilizados en cuestiones de género no tendrás jueces y juezas que sepan interpretar las leyes aplicando la perspectiva de género, es lógica pura.

A través de los tiempos en algunas universidades se crearon áreas que trabajan en Violencia, o secretarías de Género, pero apartados, que incluyen a unos pocos y se acercan quienes se interesan pero esto no alcanza, debe ser, desde mi opinión, una decisión de políticas educativas que atraviese todas las formaciones. Que así como en muchos casos se naturaliza la violencia o los mandatos del patriarcado, se naturalice la formación profesional para neutralizarlos o mejor, erradicarlos.

Otro de los aspectos que habría que revisar es qué hacemos con el violento, con el victimario. Fijate que ante una situación de violencia es la mujer la que denuncia, la mujer que debe realizar tratamiento, la mujer a la que se le debe hacer seguimiento. En muchos casos es a la mujer a quien se la descalifica, se duda e investiga ¿Y el violento qué? ¿Cuáles son las medidas que se toman más allá de la exclusión del hogar, la restricción u otras cuestiones que libremente puede sortear? Si hasta cuando es sospechado o acusado de Abuso Sexual Infantil desde la Justicia se dictamina la re-vinculación o vinculación forzada con su víctima.

– ¿Y qué debería hacerse con la persona que ejerce violencia?

– Apartarlo, reeducarlo. Si partimos de la base que la violencia es una forma de vida, una conducta aprendida podemos pensar que se puede desaprender y comenzar a construir relaciones sanas, de paz. Habrá que reformular las formas que tenemos de tratar al violento, habrá que implementar nuevas y diferentes medidas. Que realicen tratamientos, que asistan obligatoriamente a ellos, o crear sitios donde se les restringa la libertad social, que se les permita asistir a sus trabajos y luego regresen a un lugar de reeducación, tratamiento y puedan salir cuando estén aptos para convivir no solo en pareja sino en sociedad. Y para esto, como te decía al principio se necesitan cambios muy profundos y sobre todo compromiso de Estado, o Estados porque los casos suceden y se multiplican a lo largo de todo el país, de la misma forma, con las mismas consecuencias. Clara y evidentemente lo que estamos haciendo para erradicar la violencia no está dando resultado.