El sensacionalismo ya no se limita a la tapa de un diario con un cuerpo ensangrentado y personas a su alrededor con el rostro desencajado. «El sensacionalismo de ahora apela a lo emotivo, al golpe bajo, a generar indignación y a escandalizar a las personas para luego decirles cómo tienen que pensar las cosas», asegura Stella Martini, profesora de Teorías del Periodismo en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, al hablar acerca de cómo los medios actuales cubren las informaciones sobre el delito. Ese tipo de coberturas, infiere, terminan coadyuvando para generar un contexto donde los linchamientos no parecen algo tan extraño.

«La noticia del ataque a una mujer embarazada que le produjo la pérdida del embarazo puede aparecer repetida diez veces seguidas en TV, enfatizada en todos los títulos que sobreimprimen en pantalla cada media hora desde las 6 de la mañana y eso es lo que uno ‘tiene que saber antes de salir de casa’. A ese sensacionalismo yo lo llamo argumentativo. Me dice que tengo que pensar desde lo escandalizado que estoy, y eso es olvidarse de la política, olvidarse de pensar», explica la actual secretaria académica de la Facultad de Ciencias Sociales, que durante años se dedicó a investigar las representaciones del delito en los medios de comunicación. «Pero la indignación sola no lleva a nada. Así, los que se llamaban indignados en Egipto están peor que antes y en España ganó el Partido Popular. Acá, en el fondo, hay un problema serio que es absolutamente político pero que se dice no político», agrega.
Y a ese borramiento de la política, cuyas raíces Martini reconoce en la última dictadura militar, contribuyen no sólo los políticos que se dejan llevar por las encuestas, sino también los líderes de opinión y los medios, fundamentalmente, que dan espacios a unos y a otros desentendiéndose de su responsabilidad social. «Yo no pienso, como se decía en una época, que los medios puedan manipular. Pero sí pueden crear un encuadre en el que las personas leen lo que pasa y después siempre aparece un político, un líder o un conjunto, y coinciden. Eso es a lo que se llama consenso», reflexiona Martini.
–¿Cómo evalúa la cobertura que se está haciendo en los medios de los casos de linchamiento?
–Creo que al principio los medios no estuvieron todos de acuerdo en condenarlo y plantearlo como un homicidio, aunque lo es. Los medios instalaron la figura del justiciero en los ’90, cuando se produjo el caso del ingeniero (Horacio) Santos que estaba en un negocio con su mujer y escuchó la alarma de su auto porque le habían robado el pasacasete. Se subió al auto, persiguió a los ladrones que estaban con una moto, sacó un arma y los mató. Esa persona, que disparó a otras dos para matarlos y lo logró, nunca estuvo en prisión. Y creo que esta suerte de crisis de representaciones periodísticas de las que hablamos cuando analizamos los medios de ahora se propiciaron en los ’90, pero vienen de la dictadura militar. Porque si aparecía un cadáver acribillado a balazos, los medios decían que era un enfrentamiento entre 100 efectivos del Ejército y diez delincuentes subversivos. Ahora, curiosamente, nada le había pasado al Ejército y los otros estaban acribillados. Esas eran personas que sacaban de los centros clandestinos de detención para matarlos. Y todos lo sabíamos. Entonces los medios aprobaban ese accionar, eso se naturalizaba y la sociedad lo aceptaba como una noticia verosímil. Creo, por eso, que plantear los linchamientos en términos de «justicia por mano propia» está mal. No son errores de la prensa, porque el periodismo mínimamente tiene que saber algo de Derecho…
–En investigaciones que usted ha realizado se ve cómo en los últimos años las noticias policiales en portada aumentan de manera desproporcionada al índice real del delito. ¿Cómo se explica eso?
–La sobrerrepresentación de la noticia policial empezó hace como unos 20 años. Se inició como una manera para ir acotándole el camino al menemismo, a pesar de que los grandes medios tenían negocios con él. Esa fue una metodología que crearon porque son un actor muy fuerte que representa al poder económico. La diferencia es que cuando hay gobiernos liberales no hacen mucho por controlar al soberano porque coinciden. Pero cuando no, la historia muestra que se pusieron como un actor fuerte que fijaba una línea política. Ese fue el caso del Crítica de Botana con Yrigoyen, La Prensa y La Nación con los dos primeros gobiernos de Perón, y en estos años Clarín, La Nación y los adláteres, como puede ser Perfil. Los medios siempre juegan para su interés económico-político y tienen que hacer política para defender los intereses económicos. Clarín no pestañó para que le dieran Papel Prensa arrancado bajo torturas y abusos en un sótano. La Nación tampoco. Además, hay hipocresía y también connivencia entre sectores de la sociedad y los medios. Porque los medios no podrían hablar de «palizas» ante intentos de homicidio si no tuvieran un lectorado que esté de acuerdo con seguir pateando gente.
–Su equipo de investigación habla sobre las estigmatizaciones que se construyen y sirven de base para los reclamos de mayor control social. Sorprende descubrir que los diarios destinados a sectores populares también contribuyen a ello…
–Eso pasa porque los diarios populares tienen editores y dueños conservadores. Además, en casi toda América Latina, la mayoría de los diarios populares se hacen con dos periodistas y están pensados con un criterio del siglo XIX: para disciplinar al pueblo. Hay un imaginario de buenas conductas y un sentido común que se instaura y que los medios alimentan. Así se legitiman por la audiencia o por la cantidad de lectores. Cuando María Laura Santillán dice «Todos vivimos inseguros» es eso… Pero lo dice desde un medio que tiene inversiones y expansión en toda América Latina.
–Con la Ley de Medios quedó claro que había intereses económicos detrás de los grupos mediáticos, ¿usted piensa que la población es consciente de los cruces políticos que hay detrás?
–Cristina ganó con el 54%, por lo que tendría que pensar que una mitad de la población es consciente. Pero la otra parte creo que no. Si hablan de medios independientes están pensando en que existe la neutralidad, la objetividad, y no piensan que la noticia es una construcción.   «
Mensaje
Camino errado
Los obispos de Jujuy, César Fernández, y de Humahuaca, Pedro Olmedo Rivero, expresaron su preocupación por los «numerosos signos de muerte», entre los que mencionaron el «camino errado de hacer justicia por mano propia».
Un instrumento para entretener
«Los medios debemos ser muy cuidadosos respecto a la difusión de este tipo de imágenes que se muestran respecto a los linchamientos», destacó el presidente de la cooperativa de Diarios y Periódicos Regionales Argentinos (DyPRA), Jorge Conalbi. «Quizá  debamos preguntarnos si realmente su publicación cumple con la misión de informar –que los periodistas tenemos que respetar a rajatabla– o si en cambio, son un mero instrumento para atraer o entretener públicos apelando a recursos más que cuestionables», consideró.
El titular de DyPRA también cuestionó la utilización de imágenes tomadas por terceros. «Hasta donde vale abrir la participación a actores que no son profesionales de la comunicación, ya que un vecino que manda la foto de una golpiza, que tomó con su celular, no es un periodista cubriendo ese accidente, no hay porqué entonces incentivarlo a participar de esos hechos aberrantes.»
http://tiempo.infonews.com/2014/04/20/sociedad-122849-no-se-puede-pensar-desde-lo-escandalizado.php