Rostros colorados, gritos, discusiones e ironías cruzadas entre defensores, acusadores y testigos marcaron ayer el juicio por las presuntas espías ilegales en Trelew. Se trató de la audiencia más caliente en lo que va del proceso y el protagonista fue Eduardo Guelfo, experto jerárquico del área de Inteligencia de la Armada Argentina. Traído por los abogados de los 14 marinos imputados, el hombre se cruzó varias veces con el fiscal federal Fernando Gélvez y con Rodrigo Borda, querellante por el Centro de Estudios Legales y Sociales. Al jurar ante el juez Enrique Guanziroli, Guelfo chocó sus talones y desnudó su perfil militar.Examinó y opinó de varios informes secuestrados en la Base Almirante Zar. Al ver los primeros papeles aseguró que “no son partes de inteligencia sino sólo información”. De los datos sobre ciudadanos iraquíes en Puerto Madryn, por ejemplo, aseguró que se trata de “informes por portación de cara” y que en todo caso “hubo exceso de celo” de los militares que los escribieron. Según Guelfo, lo secuestrado fue información sacada de medios de la zona. No podía considerarse material de inteligencia naval. “Esto es una tontería y no es de lo que vine a opinar”, arriesgó. “Todo estuvo mal archivado: debió estar en el departamento de Prensa y nunca en Inteligencia, pero a veces la torpeza no se puede evitar”.Parecía que la balanza se inclinaba hacia los marinos. Borda preguntó por las calificaciones de periodistas, tales como “de izquierda”. Acalorado y tras intentar aclarar, Guelfo admitió que ese tipo de etiquetas “no debería estar” y que escribir algo así viola la Ley de Inteligencia Nacional.Ambos discutieron por un parte con datos del juicio por la Masacre de Trelew:-A esto evidentemente no lo escribió la Armada, dijo Guelfo.-¿Y cómo lo sabe?, retrucó Borda.-Por ejemplo, por el uso de los verbos, contestó.-¿En la Armada los conjugan de otra forma?, ironizó Borda.“Por favor, señores, son letrados, sean más civilizados”, intervino el juez, aunque no pudo evitar el cruce.-¿Quiere que lo analicemos párrafo por párrafo?, insistió el testigo.-No quiero. Sólo le pido que aclare.-Dice que el hecho fue terrorismo de Estado. ¿Usted cree que alguien en la Armada va a decir “terrorismo de Estado”?-¿Por qué no? ¿No aceptan que lo hubo?-Si usted estudiara lógica jurídica se daría cuenta que hay muchos modos de usar el idioma. En otro párrafo dice “un crimen de lesa humanidad”.-¿La Armada usa ese término?, insistió Borda.-Lo usa cuando la acusan. No es usual en la Armada usar párrafos así.El testigo admitió que aunque según su visión no se trató de espionaje, sí se les podría cuestionar a los acusados que “usaron mal los medios a su disposición o que calificaron de Estrictamente Secreta y Confidencial información pública que no tiene nada de secreto”. Menos académico, aclaró que a la cúpula de la Armada “le interesan todos los líos y despelotes que puedan tener en el país”.Las discusiones con Gélvez y Borda fueron constantes. Aunque debe mirar al juez, el testigo perdió formalidad y clavó la mirada en ambos. Revisó más partes y se esforzó en insistir que no eran espionaje ya que algunos no tenían ni fecha. Pero varias veces cedió y aceptó que el material de la Base Zar incluyó códigos de inteligencia. Y que pudo ser la materia prima para informes más complejos, ya que “el 98 por ciento de la inteligencia se obtiene de fuentes públicas”.Todo sucedió envuelto en preguntas, repreguntas e interrupciones de los defensores cuando la querella parecía imponerse. Y de susurros que el audio registró: “después de esto, me echan”; “espero que falte poco porque soy diabético y tengo que almorzar” y “no estoy agotado: sigamos así después me puedo tomar un vino” fueron frases coloridas del testigo que hicieron menos cansador el día. Se notaron miradas cómplices con los imputados.Hasta el serenísimo abogado Ramón Monje, que casi no habla, reaccionó cuando Gélvez le advirtió que había preguntado tres veces lo mismo: “¡Y lo voy a preguntar 4 veces, así que no me interrumpan más porque yo no lo hago con ustedes!”. Un informe de un acto por la Masacre hartó a Guelfo, que se trenzó con Eduardo Hualpa, abogado de Trelew, querellante y presunta víctima.-Acá dice que hubo una escasa participación y apenas 20 personas, leyó el testigo-¿Y cómo sabían la cantidad de gente?, inquirió Hualpa-En la foto de un periodista alguien contó la gente, o datos de terceros, o estaba ahí el periodista del diario La Flor Nacional del Chubut, ironizó Guelfo.-Ya que conjetura, ¿de qué otra forma pudo ser?-Seguramente algún espía se haya puesto anteojos, bigotes y haya contado uno por uno, disparó el testigo.La discusión más dura fue con Borda, que quedó helado ante un ejemplo de Guelfo para explicar el trabajo militar: -…tienen el incidente del Plan X de Gendarmería, que infiltró gente, y eso fue corroborado como permitido y aceptado por el Estado mediante las declaraciones de la ministro…-¿Perdón? Si eso fuese así, si esa práctica hubiese existido y la homologa aún la Presidente, ¿es compatible con la ley?-La justicia lo determinará…-No, le pregunto su opinión porque usted trajo el ejemplo y quiero que conteste porque lo que dijo es gravísimo. ¿Que lo haga Gendarmería habilita a que lo haga la Armada?, casi gritó el abogado.-No dije eso.En su declaración, Guelfo llegó a decir que “los diarios y las revistas son caros”. La Dirección de Inteligencia compra todos y extrae datos para su trabajo. El papel que sobra tras los recortes –“el subproducto”, lo llamó- va para los marinos que arman la síntesis de noticias del día para sus jefes. Su creencia es que en Trelew sólo hubo de estos recortes periodísticos, sin valor estratégico para la Armada. “Nos interesa lo que pasa de la reja de la Base hacia adentro y de las fronteras hacia fuera –graficó-. Todo lo que queda en el medio nos está vedado”

Fuente: http://www.diariojornada.com.ar/39679/Politica/Un_dia_de_discusiones_y_gritos_en_el_juicio_a_los_espias_de_la_base_Zar_#.T3X3E9l8QD4.email