Eugenio Zaffaroni habla con contundencia. De la policía dice que sino se repiensa su «estructura pueden pasar cosas más graves» que en diciembre pasado. De los políticos cree que no se animan a hacer esos cambios en la fuerza «porque tienen miedo, no saben y no conocen». Y del proyecto del nuevo código penal asegura que es un «caos legislativo» y por eso en febrero presentará a la Presidenta el proyecto que busca «ordenarlo».

El juez de la Corte Suprema da cada una de las definiciones en una entrevista exclusiva que le concedió a LA CAPITAL el sábado a la tarde antes de participar por segundo día del curso de verano de la Facultad de Derecho. «Es una lástima que no me pueda quedar más en Mar del Plata», descontractura después de terminar la charla donde redobló la apuesta contra las políticas de mano dura. «La tolerancia cero es el lema de un demagogo que ya está olvidado», dice. Y cuestiona los montos de las condenas de prisión actuales: «Un pena de 50 años es una locura».

– ¿Qué innovaciones contiene el nuevo código penal que redactó junto a la comisión?

– No quiero dar muchos detalles porque después se deberá discutir. En general es un texto que tiene en principio un efecto ordenador porque lo que tenemos ahora es un caos. Hay un caos de leyes penales especiales. El viejo código Moreno era sabio para su momento… Igual si tuviera que hacer un balance entre lo que tenemos y el código del 21 diría que volvamos al código del 21. Pero bueno, ese caos que tenemos legislativo hay que ordenarlo. En esa parte especial no se innova tanto y se incluyen todas las leyes penales especiales que andan sueltas por ahí. Y en la parte general se lo moderniza con las alternativas de las penas no privativas de la libertad y se trata de hacer una aplicación más racional de penas porque lo que tenemos ahora es una desproporción tremenda.

– Trascendió que todas las penas mayores deberán cumplirse de manera efectiva en sus 2/3 partes y el resto tendrá diferentes alternativas. ¿Es así?

-Sí, en definitiva es una ampliación de lo que es hoy la libertad condicional pero con penas. Hoy el que sale en libertad condicional, sale. Lo del patronato es una ilusión que no existe. En consecuencia a la persona se la suelta y no sabemos qué pasa. Sino viene con otro delito cometido terminará la condena. Esa es la realidad de hoy. Lo que tratamos de hacer es desaparecer la libertad condicional en esas condiciones y aparecer todo un arsenal de penas no privativas de la libertad que son controladas por el juez y no por un patronato, que ahora es una asociación civil y no controla nada.

– ¿Cómo se va a tratar el tema de la reincidencia de un delincuente?

– La reincidencia es un hecho y no se puede hacer desaparecer. Ojalá que cada uno que cometa un delito cometa uno solo. Pero normalmente hay gente que comete varios delitos y si lo hace antes de la sentencia se resuelve conforme a las reglas del concurso. Y si los comete después de estar condenado se llama reincidencia. El fenómeno está y hay que ver cómo se lo regular y qué relevancia se le da. Hoy hay una presunción y no tenemos una reincidencia específica. Sólo genérica. La reincidencia genérica es un concepto autoritario y un concepto donde se pena más al sujeto como indisciplinado frente al Estado. Y realmente alguien que se agarra a trompadas y provoca una lesión grave, si cobró un cheque sin fondo cuatro años antes no tiene nada que ver. Se trata de hacer una regulación más racional.

– ¿Este nuevo código se puede definir como revolucionario en comparación con el anterior?

– No. Si fuera por mí haría una cosa mucha más transformadora. Es un código que se inscribe dentro de lo que es más o menos la legislación comparada contemporánea. Simplificaremos algunas cosas pero la línea que sigue es la división de las penas conforme a la gravedad del hecho y distintos efectos conforme a la gravedad de la pena. Se amplía mucho el artículo 41 en cuanto a los criterios de cuantificación de la pena. Se le exige al juez que funde la cuantificación de la pena, cosa que no pasa hoy. Hoy prácticamente todas nuestras sentencias son nulas. También se le exige que funde la sustitución de la pena.

– ¿Habrá cambios en la prisión perpetua?

– Queda como está. Bah, como está ahora no porque después de Blumberg es una locura. En realidad queda como estuvo tradicionalmente. La llamamos como se debe en lugar de prisión perpetua: pena de treinta años. Nunca tuvimos pena perpetua porque sería inconstitucional. La pena perpetua nunca fue real en nuestro código.

– Dice que la pena máxima son 30 años pero en la actualidad hay sentencias que condenan hasta 50 años.

– Me parece que son locuras que salen de la reforma Blumberg, una cosa que se aprobó como todos sabemos. En mi opinión personal está derogada, el máximo de pena es de 30 años. En realidad nuestro código tiene un caos tan grande que nadie sabe legalmente cual es el máximo de la pena privativa de la libertad. Lo cual es una violación del principio de legalidad y constituye una flagrante violación constitucional.

– ¿Entonces cuánto es la pena máxima?

– Algunos dicen que son 37 y medio, otros 50 y otros cualquier cosa. En mi opinión como con posterioridad a la reforma Blumberg se ratificó el Tratado de Roma y se estableció para el genocidio una pena que puede llegar a 30 años, creo que eso deroga los máximos anteriores porque no puede haber un delito más grave que el genocidio. En eso creo que estaremos todos de acuerdo: matar un millón de personas creo que es el delito más grave que tenemos previsto y en consecuencia creo que el máximo de la pena es de 30 años.

– ¿La Corte que dice de esto?

– Esta es mi opinión personal. Tengo seis colegas que no sé qué dicen porque dijeron que no es problema constitucional. Pero en un orden jurídico no se puede estar discutiendo lo que le parece a cada uno. El máximo de la pena privativa de la libertad tiene que quedar claro.

– ¿Se despenaliza finalmente el consumo de droga para uso personal en el proyecto del nuevo código ?

– Sí, conforme a la jurisprudencia de la Corte.

– Un artículo que leí hace poco decía que en «el nuevo código de Zaffaroni»  robarle a un rico tendrá menos pena. ¿Es así?

– No sé cómo conocen el código porque no se dio a publicidad. En segundo término nunca vi que ninguno de los cinco de nosotros haya propuesto que se pida la declaración de renta de la víctima para ver cuando le ponemos de pena.

– Cambiando de tema, ¿cómo analiza lo que pasó con el levantamiento de la policía en distintos puntos del país?

– Lo que pasó es lo que tenía que pasar y pueden pasar cosas más graves si no se repiensa la estructura policial. Ese es el problema. Obviamente seguimos teniendo la misma estructura policial del siglo XIX. Es una policía de ocupación territorial, una policía militarizada, una policía que se autonomiza con fuentes de recaudación propia. La vieja conversión entre yo te cambio gobernabilidad por fuentes de recaudación. Y el resultado es este.  Supongo que en los 30 años que llevamos de democracia la clase política tuvo tiempo de darse cuenta. El último empujón a De la Rúa se lo dio la policía. Duhalde tuvo que salir antes por Kosteki y Santillán. De Jorge Julio López tengo mis dudas, pero no tengo pruebas. Pero el resultado del su secuestro fue un ondazo para Arslanián y el gobernador. Son bastantes muestras de cosas que tuvieron que alertar a nuestros políticos para empezar a pensar en la policía. Como nadie pensó y nadie se animó a hacer nada tenemos estas cosas. La policía hoy es la que da los golpes de estado.

– ¿Por qué no se le animan los políticos?

– Porque tienen miedo, no saben,  no conocen… Creen que arreglando con la cúpula resuelven los problemas y no se dan cuenta que la cúpula puede ordenar hasta cierto punto. Cuando se descontrolan los de abajo la cúpula no ordena. Los factores de descontrol son el control de las fuentes de recaudación autónoma.

– ¿Darle poder a la policía es una bomba de tiempo?

– La policía debe tener un poder pero bajo control de la autoridad política y judicial. Si se autonomiza y hace lo que quiere naturalmente van a pasar estas cosas.

– ¿Pasa en toda América latina?

– Sí. También en Africa. La autonomización policial es un fenómeno grave. Cada vez que hay una campaña tipo Blumberg y todas esas cosas se pide más autonomía para la policía, más poder de arbitrio que se convierte en arbitrariedad y ese es el espacio de recaudación. Otros me hablan de corrupción, pero yo lo desdramatizo y hablo de recaudación.

– ¿En la actualidad la policía hace lo que quiere?

– En toda América latina tenemos un fenómeno de autonomización policial.

– ¿Entonces hay que tomar el control de la policía de manera urgente?

– Sí y para eso hay que reestructurarla y pensar quién debe controlarla.

– ¿Y quién debe controlarla?

– A mi juicio hay que dividir la policía en una policía de investigación criminal y una policía de seguridad de calle. Y la policía de seguridad de calle tiene que estar en mano de los municipios. La seguridad de calle tendría que ser municipal con un grupo central para delitos complejos.

– Cuando se asesinó a José Luis Cabezas se habló de «maldita policía» ¿Cree que nunca dejó de existir?

-No conozco muy bien la cosa. De ese tiempo hasta hoy lo que ha habido marchas y contramarchas. Y eso desconcierta. No hubo una política coherente. No sé si hoy está peor y mejor.

– Más allá de los métodos que se utilizaron, ¿no es hora de debatir la sindicalización de la policía?

– No sé si sindicalización o algo. De cualquier manera, el policía es un trabajador. Si nosotros seguimos con el modelo de policía militarizada de ocupación territorial es inconcebible que haya alguna organización por debajo de los jerárquicos. Pero la policía es un servicio civil y algún contacto con la base tiene que haber. Será sindicato o lo que sea pero algo tiene que haber.

– Al margen de los problemas de la fuerza, la sociedad está preocupada por la inseguridad. ¿Cree que hay una intención de instalar que más seguridad significa mano dura?

-Los medios concentrados de toda América latina están en eso porque copian un modelo de sociedad excluyente.

-¿Qué opina de la tolerancia cero como solución a la inseguridad?

-Tolerancia cero es el lema de un demagogo que ya pasó a la historia políticamente en Estados Unidos (NdR: no lo nombra pero se refiere al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani). Lo único que hizo en New York la tolerancia cero fue depurar un poco la policía y hacer una gran inversión en equipos. Con eso se bajó un poco los índices de violencia. Pero los índices de violencia en otros estados de Estados Unidos también bajaron y no se habló de eso. Criminológicamente es un absurdo. Es un lema demagógico de un demagogo norteamericano que hoy ya está olvidado.

– Dice que está olvidado pero lo contratan para dar charlas.

-Y encima le pegan.

 

http://www.lacapitalmdp.com/noticias/La-Ciudad/2014/01/12/254024.htm